Sábado 18 de agosto de 2018, p. 6
Los Ángeles
Con el cabello engominado y peinado hacia atrás, chaqueta de cuero abierta y dos pistolas apuntando a su víctima, Robert de Niro aparece en un cartel del thriller The Irishman, cinta en que Martin Scorsese reúne a este actor, Al Pacino, Joe Pesci y Harvey Keitel.
Es el noveno largometraje en común del actor y el realizador, tras clásicos como Taxi Driver (1976), Toro salvaje (1980), Buenos muchachos (1990) y Casino (1995) De Niro –quien ayer cumplió 75 años– se transforma en el asesino a sueldo Frank The Irishman Sheeran. En la cinta, que llegará a las pantallas en 2019, los personajes serán rejuvenecidos con técnicas digitales.
Además de interpretar a mafiosos, De Niro se ha labrado toda una carrera como actor de comedias. En La gran boda (2013) es un mujeriego envejecido que necesita medicamentos para practicar sexo. En Plan en Las Vegas (2013) se va de despedida de soltero con Michael Douglas, Morgan Freeman y Kevin Kline. En Mi abuelo es un peligro (2016) es un rudo abuelo que se va de viaje con su nieto. ¿Por qué acepta este tipo de papeles? En años recientes ha ganado mucho dinero como estrella de comedia.
No me imagino sin trabajar
En Analízame (1999) interpreta a un capo maduro que va a terapia. En La familia de mi novia (2000) y sus dos secuelas es el suegro insoportable; en Pasante de moda (2015), un jubilado que se convierte en becario a las órdenes de su joven jefa, interpretada por Anne Hathaway. Tengo un poquito de él, yo tampoco puedo imaginar mi vida sin trabajar
, dijo el actor antes de que se estrenara esta cinta.
Pero a mi edad uno se vuelve pensativo. Al fin y al cabo me quedan como mucho 30 años de carrera
, bromeó. Estos papeles están a años luz de las películas que convirtieron a De Niro en leyenda. Las escenas como solitario conductor de taxi por las sombrías calles de Nueva York son historia del cine. 40 años después, esa película no ha perdido ni un ápice de su perturbadora contundencia.
De Niro está considerado desde entonces uno de los grandes actores de Hollywood, un experto a la hora de interpretar a marginados sociales. Meterse completamente en la piel de sus personajes ha sido su mayor característica. Especialmente en sus primeros trabajos se preparaba con mucha meticulosidad. Para Toro salvaje, que cuenta la historia del boxeador Jake La Motta, recibió clases de esta disciplina durante casi un año. Y para parecer convincente, en la segunda parte de la película engordó 25 kilos. El esfuerzo valió la pena: ganó el Óscar como mejor actor. Era la segunda estatuilla de su carrera, después de la cosechada en 1975 por su papel de Vito Corleone en El Padrino II, de Francis Ford Coppola, para el que De Niro aprendió durante meses el dialecto siciliano.
Hijo de una familia de artistas italo-irlandesa, De Niro creció con su madre en el barrio neoyorquino de Little Italy. Allí todos lo conocían como Bobby Milk, debido a su palidez. A los 16 años dejó la escuela y se dedicó a actuar con grupos de teatro; se formó en los talleres de Lee Strasberg y Stella Adler.
De Niro no excluyó ningún género. Con Jane Fonda brilló en el drama romántico Stanley e Iris (1989), con Al Pacino en el thriller de acción Fuego contra fuego (1995), con Dustin Hoffman en la sátira política Escándalo en la Casa Blanca (1997).
La última de sus siete nominaciones al Óscar fue en 2013 por su papel secundario como padre de un hijo depresivo en la tragicomedia Los juegos del destino, aunque la estatuilla finalmente fue para Christoph Waltz por Django sin cadenas.
Hace tiempo que De Niro se ha declarado acérrimo enemigo de Donald Trump. En junio, durante la entrega de los premios Tony lo insultó públicamente. Sólo quiero decir una cosa: ¡Jódete, Trump!