Eva Pérez Sánchez preserva la cultura de su pueblo natal; ha enviado huipiles y enaguas a NY y París
Jueves 16 de agosto de 2018, p. 3
Chicapa de Castro, Oax.
Desde hace 57 años Eva Pérez Sánchez, conocida como Na Eva Ru, ejerce el oficio de confeccionar trajes regionales de cadenilla, indumentaria tradicional de las mujeres zapotecas.
Preservar la cultura de un pueblo mediante el vestuario es el mayor aporte de esta artesana, de 70 años y originaria de la comunidad de Chicapa de Castro, en el Istmo de Tehuantepec.
Pérez Sánchez sólo cursó hasta el segundo grado de primaria; sin embargo, ha sabido aplicar la geometría como una experta para hacer trazos sobre tela y crear diseños únicos.
La cadenilla es una artesanía en la cual se utiliza un hilo delgado de algodón y se confecciona con una máquina de coser especial para hacer este tejido, pues una pieza cuesta de 15 a 20 mil pesos, por eso Na Eva Ru es considerada una maestra de ese arte tradicional.
En Chicapa de Castro, una de las pocas comunidades de Oaxaca donde las mujeres elaboran ese tejido, no hay un registro oficial, pero existen unas 50 artesanas. Eva es la de mayor edad y quien ha instruido al menos a 30 de ellas.
Para elaborar un traje regional, Na Eva Ru tarda unos 30 días; se compone de enagua (falda larga) y huipil (blusa). Como requiere mucha creatividad, ella puede pasar largas horas cosiendo sin cansarse y con los pies mueve la máquina y con una mano va dándole forma a las figuras de la tela que devienen arte.
La hermana mayor de Pérez Sánchez, Georgina, le enseñó el oficio cuando tenía 13 años y desde entonces trabaja todos los días, no recibe aguinaldo y mucho menos prestaciones de ley como seguro social o fondo para la vivienda. Es una artesana adulta mayor de tiempo completo.
La máquina de coser es su aliada; posee dos, pero la primera es como un legado familiar. Su madre se la compró para que comenzará a confeccionar trajes de cadenilla.
‘‘Cuando mi hermana aprendió a hacer trajes de cadenilla, también quise aprender; no fue fácil, pues son trazos que se realizan sobre una tela y donde implica variedad de colores. Me gustó porque al confeccionar los huipiles y enaguas aplico toda la creatividad, pero lo más valioso es que sirve para vestir a las mujeres de mi tierra”, explica Na Eva Ru en entrevista con La Jornada.
Añade que tiene pedidos para lo que resta del año e incluso hasta mediados de 2019.
Su cónyuge, Rufino Pineda, Ta Ru, de oficio carpintero, también es su aliado; la ayuda a hacer los trazos sobre la tela y han creado modelos exclusivos. Pérez Sánchez es pionera en muchos diseños textiles.
Además de la máquina de coser y la variedad de hilos, utiliza tijeras, cinta métrica, libreta, lapicero e infinidad de telas.
Amor y cariño, simplemente
Na Eva Ru y su esposo Ta Ru procrearon cuatro hijos, dos mujeres y dos hombres, y tienen 12 nietos; sus hijas aprendieron a elaborar la cadenilla, pero no la trabajan, pues decidieron estudiar e irse a otro sitio. Sin embargo, la apoyan.
Sus nietos, para atraer clientes, crearon la página de venta en línea Na Eva Ru. Ella no sabe de tecnología, pero se emociona cada vez que la llaman por teléfono para un pedido; ha enviado huipiles y trajes regionales a Nueva York y París.
‘‘A veces llegan a mi casa haciendo pedidos desde otros estados de la República; viajan muy lejos, porque Chicapa de Castro se ubica en el sur de Oaxaca, a casi seis horas de la capital y las personas vienen y me felicitan por mis obras. Yo les digo que lo hago con mucho amor y cariño, simplemente”, explica.
Na Eva Ru tiene un sueño: que su arte se muestre en el mundo; por eso no deja de confeccionar. Sólo una vez recibió un incentivo económico en un concurso que organizó el ayuntamiento de Juchitán ganó el primer lugar por confeccionar el mejor traje regional y otra ocasión un homenaje por su trabajo, en una escuela de su comunidad.
De las autoridades nada espera, aclara Eva Pérez Sánchez, pues el artesano queda en último término a pesar de que hay cientos en el estado de Oaxaca, o miles por no exagerar, que crean artesanías con palma, barro y textil; la mayoría son adultos mayores, ‘‘pero nadie voltea a verlos, sólo reciben elogios cuando mueren”.