e mantiene sin cumplir el ofrecimiento oficial de que en 2018 se alcanzaría la meta inflacionaria (3 por ciento, con un rango de más-menos un punto porcentual) establecida por el Banco de México (BdeM). Si bien dicho promedio general resulta menor al de 2017, se mantiene muy por arriba de dicha cota, con ganas de empeorar. Y el aumento de los precios de los combustibles se mantiene como el principal acicate de la inflación en el país, por mucho que, allá por diciembre de 2016, los genios aseguraban que no propiciará un golpe inflacionario (José Antonio Meade dixit) el megagasolinazo que entró en vigor el primer día de 2017.

Todavía en funciones de gobernador del BdeM, Agustín Carstens comentaba: (...) el mercado y los analistas estiman que en 2018 baje la inflación de manera muy rápida, para ubicarse entre 3.7 y 3.8 por ciento, es decir, regresará a niveles adecuados cuando pase la temporalidad (del megagasolinazo). Pues bien, como ejemplo de la temporalidad citada por Carstens, La Jornada (Juan Carlos Miranda) recientemente informó que el precio promedio de la gasolina Magna, la de mayor consumo en el país, aumentó 2.01 pesos entre enero y julio de 2018, lo que representó un incremento de 14.3 por ciento respecto del nivel al cierre de 2017, según datos oficiales. La magnitud de esta alza es superior a la que se dio al cierre de 2016, cuando comenzó la liberalización del mercado de este combustible.

Como bien lo advierte el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados, los combustibles se mantienen como los productos que tienen más incidencia en el nivel inflacionario desde que el gobierno peñanietista decretó el megagasolinazo, y no hay para cuándo, por lo menos en lo que resta del sexenio actual. El citado centro de estudios detalla que la inflación general anual llegó a 4.81 por ciento en julio de 2018, cifra por abajo de la que se registró un año atrás (6.44 por ciento) y de la que se observó en diciembre de 2017 (6.77); pero arriba de la prevista por el sector privado (4.73), de la de junio de 2018 (4.65) y de la de diciembre de 2015 (2.13, la más baja en la historia del indicador). Así, se aleja el objetivo de inflación, se ha ubicado 22 veces consecutivas por arriba de la meta y por 19 ocasiones ha rebasado el límite superior del intervalo de variabilidadestablecido por el BdeM.El sector privado prevé que la inflación general anual baje a finales de 2018 y termine en 4.23 por ciento con relación al cierre de 2017. Así, la expectativa inflacionaria se elevó y se alejó del objetivo.

Para finales de 2019, los especialistas anticipan que continúe un menor incremento de precios al ubicarlo en 3.63 por ciento. A su vez, el BdeM advierte que la materialización de algunos de los riesgos al alza (incrementos mayores a los previstos en los precios de los energéticos) ha conducido a incrementos importantes en la inflación no subyacente, por lo que anticipa que este cambio en precios relativos afectela trayectoria de la inflación general prevista para los siguientes 12 meses.

Por otro lado, en el junio de 2018, el Índice Nacional de Precios Productor, excluyendo petróleo, tuvo un alza anual de 6.51 por ciento, mayor a la que registró un año atrás (5.92), pero por abajo de la del mes inmediato anterior (6.95). En tanto, el alza anual de este indicador estuvo por encima del que exhibió el Índice Nacional de Precios al Consumidor (4.81 por ciento).Los tres productos que registraron una incidencia significativa sobre el nivel de los precios al productor fueron: lámina de acero, electricidad industrial en media tensión y gasolina.

Las rebanadas del pastel

Parece que, para efectos mexicanos,amaina el coletazo de la crisis turca: ayer el billete verde se vendió hasta en 19.34 pesitos, 28 centavos menos que en la víspera.

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