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México, ¿país seguro?
E

l año 2017 pasará a la historia como el más violento, según recientes estadísticas del Inegi: 25 homicidios por cada 100 mil habitantes, en total 31 mil 174 asesinatos, sin contar las desapariciones.

Y el más interesado en destacar la noticia ha sido míster Trump, que llamó la atención sobre un posible contagio del México bárbaro y la urgencia y pertinencia de contar con el muro. Al mismo tiempo su administración tramita, insiste y negocia con el gobierno mexicano para que México se declare tercer país seguro.

La contradicción entre los dos argumentos no significa ningún inconveniente para Trump que no tiene problema en preocupar y alarmar a su electorado por la violencia desatada en México y, al mismo tiempo, presionar al gobierno de Peña Nieto para que se defina como un tercer país seguro, para acoger y asilar a migrantes centroamericanos que pretendan ir a Estados Unidos. Además México tendrá que aceptar de regreso a todos los migrantes rechazados que cruzaron la frontera y luego ver que hace con ellos: detenerlos, deportarlos, asilarlos.

El problema es mucho más complejo. Sólo una parte de la migración centroamericana tiene que ver con solicitudes de asilo, por la terrible situación que se vive al combinarse tres factores: violencia generalizada, pobreza extrema e impunidad absoluta, que hacen insostenible la sobrevivencia y la permanencia en el lugar de origen. Pero otra buena parte del flujo son los migrantes económicos de siempre, que buscan mejores oportunidades y lograr el llamado sueño americano y, una tercera parte, quizá la más importante en estos momentos, sean los migrantes con redes sociales que buscan la reunificación con sus familiares ya instalados y radicados en Estados Unidos. Por otra parte, estos migrantes, menores de edad o familias, no son técnicamente irregulares, se acogen a las leyes de Estados Unidos, que les permiten solicitar refugio. Y ese es el factor principal que ha motivado la migración masiva de familias, niños y adolescentes migrantes.

¿Y todo esto a cambio de qué? ¿Misterio profundo o verdad conocida? El gobierno de Peña Nieto no muestra sus cartas, pero la administración Trump no tiene empacho en publicarlas.

La estrategia de tercer país seguro, se aplicó en Europa, en especial para el caso de Turquía que, a cambio de millones de euros, acogió y confinó a cerca de dos millones de refugiados sirios y de otros países vecinos, que se dirigían a Grecia y luego a Europa. Otro tanto sucede con Libia, que ahora se encarga de detener el flujo que llegaba desde África y Marruecos, que sirve parapeto para la migración que pretende llegar a España. También se les paga a los países africanos emisores de migrantes para que controlen a las mafias de traficantes, así España controló el flujo de pateras a las Canarias.

Las tasas de homicidio en la región mesoamericana son muy altas: Belice 45, Honduras 42, El Salvador 41, Guatemala 40 y ahora México 25. Es un asunto regional, que tiene como principal detonador al crimen organizado en torno al tráfico de drogas que se dirige hacia el mercado de Estados Unidos, al tráfico de armas que viene de Estados Unidos (68 por ciento de los asesinatos fueron con armas de fuego) y a la deportación de criminales, maras, que se formaron y capacitaron en las calles y guetos de ciudades estadunidenses.

Por tanto, habría que añadir, que la tripleta trágica de violencia-pobreza-impunidad no tiene únicamente causas internas. La violencia actual tiene que ver también con causas externas a la región, con el tráfico de drogas, el tráfico de armas, el flujo de dinero que este genera, lo que a su vez financia gatilleros, pandillas y sicarios, al mismo tiempo compra y corrompe a policías jueces y autoridades.

En el modelo económico actual, que responde al llamado Consenso de Washington se logró lo imposible, quebrar al campesinado que había sobrevivido honesta y frugalmente por siglos y como solución se pensó en la promoción y fomento del trabajo precario. Zonas francas que generan migración interna, maquiladoras de salario mínimo y ventajas fiscales para la inversión extranjera. Y, uno se pregunta, quién construye y financia las escuelas, hospitales, campos deportivos, servicios de agua, luz y drenaje, transporte público, cuerpos policiacos, etcétera, etcétera. Un modelo que ya experimentamos en la frontera mexicana, con ciudades híper violentas, y que ahora se reproduce en otras como San Pedro Sula, en Honduras, con un índice de 142 homicidios por cada 100 mil habitantes.

Si ya era ingenuo afirmar que el muro va a impedir el flujo migratorio, resulta risible pretender que vaya a frenar el narcotráfico y la violencia. Y si México, en su año más violento, se considera como tercer país seguro ¿qué podemos esperar? llenar de centros de confinamiento de migrantes el país. Otra manera de generar trabajo precario con dinero del Plan Mérida.