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Crónica de Macronia
M

acronia es una República que, como muchas otras, tiene un rey tribal, Emmanuel I, representante del clan de los banqueros, financistas, industriales y grandes patrones; monarca de Macronia por derecho divino, puesto que los grandes patrones son semidioses y, naturalmente, infalibles.

Su guardaespaldas favorito tiene 26 años, pero ya es teniente coronel (honorario) de la Gendarmería, posee la llave de la residencia privada del matrimonio real, obtuvo un gran automóvil con chofer, un permiso excepcional para asistir a las sesiones del Parlamento (que para el rey no existe, pues él decide todo por decreto) e incluso ayudas muy especiales de las autoridades policiales (que le dieron un casco de policía de choque y brazalete para que cace y apalee ilegalmente manifestantes). Además este joven todopoderoso conoce muchas cosas, pues asiste siempre a las reuniones del rey con mandatarios y funcionarios de alto nivel e incluso a los coloquios con los dioses del Olimpo patronal.

Como es lógico, la usurpación de estas funciones de seguridad que corresponderían a los espías oficiales o a la policía causó roces entre estos servicios y el favorito del rey que, como consecuencia de un traspié, corre hoy el riesgo de que lo tiren como pasto a los leones.

La piedra que lo hizo tropezar no era muy grande. El primero de mayo, exhibiendo ilegalmente casco y brazalete policiales, atacó y apaleó junto con otro 007 privado a un manifestante, tan tranquilo que después fue ayudado y dejado en libertad por la policía antimotines. Su jefe en la Casa del Gobierno (de la cual depende) consideró que ese pecado venial podía ser sancionado con una suspensión de 15 días, sin goce de sueldo, que finalmente descontará de sus vacaciones. Todo parecía enterrado y el 007 siguió acompañando al rey en sus desplazamientos y organizando el festejo del equipo mundial de futbol en el Palacio Real. Pero una mano misteriosa, posiblemente de sus competidores policiales, le hizo llegar al potente diario Le Monde el video que comprobaba sus delitos y éste lo publicó en primera plana.

Durante varios días el gobierno puso cara de ¿What? y el rey mismo, interrogado insistentemente por los periodistas, les respondió hablándoles, literalmente, de una nueva estampilla de correo que le gusta mucho. Por consiguiente, el escándalo siguió creciendo, los programas de televisión y de radio no hablaban de otra cosa, todos los diarios planteaban interrogantes y toda la oposición, de izquierda o de derecha, así como la izquierda del partido del rey, desde el Congreso acosan ahora al gobierno con sus preguntas.

El 007 está actualmente detenido y podría ser condenado. Las sesiones normales de las cámaras se suspendieron para tratar este caso y el ministro del Interior, el jefe de la policía, el jefe de gabinete del rey (y jefe del 007 omnipotente) pasaron ante las comisiones investigadoras de ambas cámaras y de sus audiciones surgieron otras preguntas. ¿Existe una policía de seguridad paralela a la oficial? ¿Quién la controla, quién la financia? ¿Qué relaciones existen entre el 007 y su patrón? ¿Acaso éste lo protege porque su guardián sabe mucho y podría hablar? ¿Si el ministro del Interior conoció la existencia de un delito –la paliza a un manifestante pacífico– y no lo denunció, es porque ciertas personas tienen impunidad? ¿Hay dos pesos y dos medidas en la justicia?

El Congreso, antes de este caso, estaba discutiendo la reforma de la Constitución para dar más poder al monarca. ¿El texto constitucional reformado proyectaba quitarles a los servicios secretos oficiales la seguridad de Emmanuel I y crear un servicio secreto ad hoc dirigido por el 007 favorito? ¿Cuándo el jefe de policía afirma que en este asunto hubo una compinchería malsana se refiere sólo a los favores de altos funcionarios policiales al 007 en cuestión?

¿Qué pasa en Macronia, donde el rey regala millones a los muy ricos mientras lanza decretos como si fuesen rayos sobre la legislación laboral, las pensiones, los derechos de los ferroviarios y de los usuarios y donde es normal que la policía reprima las manifestaciones, como la del primero de mayo y todos se escandalizan únicamente ante un represor sin permiso, pero protegido y obedecido por los policías oficiales? ¿La imitación de los dos Bonaparte y el recurso creciente a la violencia policial –que en todos los Estados se está reforzando continuamente desde el comienzo de este siglo– está acabando también en Macronia con el sistema político de relativo equilibrio constitucional entre los poderes vigentes desde mediados del siglo XIX? Emmanuel I llegó al trono con apoyos prestados y está perdiendo rápidamente el consenso de su base de apoyo ¿eso lo hará aún más dependiente de los dioses del Olimpo capitalista?

Sus declaraciones asumiendo la responsabilidad de todo, en vez de tapar el escándalo, lo hacen ahora responsable de delitos y abren el camino a investigaciones parlamentarias y judiciales que lo podría debilitar mucho. Esa senda es muy resbaladiza y bordea un precipicio.