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Los de abajo

El EZLN y el nuevo gobierno: ¿diálogo?

A

ndrés Manuel López Obrador será el sexto presidente de México que se tope con la resistencia de los pueblos indígenas zapatistas y las causas de su alzamiento. El padre Alejandro Solalinde, colaborador del virtual presidente electo, se apresuró a hacer las cosas de la peor manera posible para, de acuerdo con sus propias declaraciones, propiciar un diálogo entre la insurgencia y el próximo gobierno federal.

Nada nuevo hizo el padre Solalinde. Repitió la estrategia contrainsurgente de priístas y panistas para acercarse a los rebeldes. Se entrevistó con supuestos zapatistas que, dijo, sí están dispuestos a dialogar e intentó desautorizar la legitimidad de la estructura del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y del subcomandante Moisés, su mando y vocero. Demasiado para ser considerado torpeza, ignorancia o protagonismo de su parte.

El sacerdote habló durante hora y media, de acuerdo con sus declaraciones, con quienes sabía que no representaban al EZLN. Si con indígenas quería encontrarse, hay más de 60 grupos, naciones y tribus a lo largo y ancho del país. No hacía falta una solicitud escrita y firmada por López Obrador.

Solalinde imitó al panista Luis H. Álvarez, mediador de Vicente Fox y luego director de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los de Pueblos Indios, de quien en 2012 escribí: “Es tanto el delirio de sus entrevistas ‘privadas’ con representantes zapatistas o altos jefes del EZLN, que cuesta trabajo pensar que tanta gente le tomó el pelo sin que se diera cuenta. O que lo sabía y no le importaba; o que nunca supo a quiénes realmente se acercó con la cartera desenvainada”.

En su libro Corazón indígena (Fondo de Cultura Económica, 2012), Álvarez describe cómo se entrevistaba con los que él consideraba mandos zapatistas que solicitaban dinero, carne, maíz o azúcar para sus fiestas, a lo que él, por supuesto, correspondía. A saber cuántos indígenas con pasamontañas le vieron la cara. A saber si él y su jefe Fox realmente les creyeron. Lo cierto es que nunca hubo un intercambio real entre EZLN y el gobierno, y las bases de apoyo, las auténticas, siguieron creciendo y ocupando territorio.

Falta lo que falta.

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