l 26 de enero de 2016, el dirigente empresarial Claudio X. González anunció un drástico cambio de rumbo en su apuesta para proyectarse como activista ciudadano. En una conferencia que impartió ese día en el sindicato de comerciantes les confesó: Casi es una primicia lo que les estoy comentando. No es para hacer ruido. Vamos a combatir la corrupción
.
Estaba envalentonado. Su envite, dijo al consejo directivo de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (Concanaco), consistía en formar una especie de Mexicanos Primero pero para el estado de derecho
: Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI).
La asociación civil México Primero fue parida en 2005, con el patronazgo de grandes empresarios y el manto protector de administraciones panistas (su actual presidente, Alejandro Martínez, fue secretario técnico del gabinete de Desarrollo Humano en la Sedesol, cuando su titular era Josefina Vázquez Mota). A partir de 2010, se transformó en un poderoso grupo de presión para fijar la agenda de la educación pública (https://bit.ly/2KLNe8y). Su presidente, Claudio X. González, durante años directivo de la Fundación Cultural Televisa, se convirtió en figura pública nacional relevante. Su influencia traspasó las fronteras educativas. A partir de 2012 camufló su filiación patronal en las galas de la sociedad civil, y comenzó a hablar como si fuera su representante.
En medio de un profundo hartazgo social contra la corrupción, alimentado por los escándalos de la Casa Blanca presidencial y la deshonestidad de los gobernadores priístas, la aparición de MCCI en 2016 fue el trampolín para aupar a Claudio X. González en la disputa por el liderazgo de la lucha contra esta lacra, hasta ese momento monopolizado, en el terreno político, por Andrés Manuel López Obrador. No estuvo solo en esta batalla. Articuló bajo su jefatura a un archipiélago de asociaciones de corte empresarial bautizadas como societé civil.
Tiene rivalidad con el futuro presidente. Ni Claudio Jr. ni su padre tienen buena impresión de él. En diciembre de 2017, el directivo de Kimberly-Clark, dijo: “Lo que veo del Peje (porque no es Andrés Manuel López Obrador; para mí es El Peje) es que es un hombre profundamente atado al pasado; vive en lo peor del siglo XX, no es capaz de ver el siglo XXI y todos sus retos”.
En la reunión de enero de 2016 con la Canaco, el entonces presidente de Mexicanos Primero anunció el inminente cambio de rumbo en su relación con la administración pública. No hay que temerle a llevarse mal con el gobierno
, recomendó. “Con el tipo de gobierno que tenemos –añadió– nos deberíamos llevar de la fregada. No hay que temer a la confrontación. Nos vamos a acabar distanciando y peleando con ellos. Ahorita nos llevamos bien. Van a ver que en dos o tres meses nos vamos a llevar mal”. Así sucedió.
“Vamos –les dijo– a combatir la corrupción y la impunidad por tres ventanas fundamentales. Comunicación y movilización social, para difundir información, mantener el tema en la luz pública, atraer legitimidad, recursos, apoyo, firmas. Segundo, investigación de primer orden, aplicada, para compartirse y difundirse, para que se conozca mejor el fenómeno, los estragos tremendos que le genera a la sociedad la problemática. Y tercero, con litigio estratégico. Vamos a litigar casos emblemáticos de corrupción en el país.”
La iniciativa tiene grandes similitudes con las campañas contra la corrupción que la derecha empresarial ha impulsado en países de América Latina, como Brasil y Guatemala. No son simples acciones para moralizar la administración pública. Se trata de grandes maniobras para asaltar el poder e incubar liderazgos (judiciales, políticos, sociales, cívicos y mediáticos) alternativos.
La ofensiva de MCCI fue eficaz. Integrado por un equipo de periodistas profesionales y competentes, difundió reportajes que documentaban la corrupción gubernamental, a través de Reforma, Animal Político y The New York Times. Salvo en el caso Odebrecht, muy pocos de esos trabajos periodísticos escarbaron en la descomposición de la iniciativa privada.
Las investigaciones de MCCI hicieron crecer la bola de nieve de la indignación social contra las corruptelas, especialmente entre los jóvenes. Sin embargo, lejos de mermar la autoridad de López Obrador, la fortalecieron. El alud anticorrupción que auspició la derecha empresarial sepultó a sus animadores.
Ante el descalabro del PAN y la balcanización y desfondamiento del PRI, la sociedad civil tutelada y auspiciada por los señores del dinero que fue planchada por los comicios de julio, junto a algunos medios de comunicación, aspira a convertirse en el relevo de la nueva oposición de derecha al nuevo gobierno. El pulso alrededor del nombramiento del fiscal no fue más que el primer aviso de un pleito anunciado.
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