Apropiación cruel en tres dictaduras
l 30 de abril de 1977 se reunieron por primera vez en la Plaza de Mayo, de Buenos Aires, las madres que exigían saber dónde estaban sus hijos desaparecidos por la dictadura argentina. Fue el comienzo de una organización emblemática a la que luego se sumó el de Las Abuelas.
Muchos de los desaparecidos eran mujeres embarazadas secuestradas por militares. Las torturaron y, luego de dar a luz, las mataron. Unas 500 tuvieron ese triste final. Sus bebés los tomaron en adopción sus verdugos o amigos de éstos.
Gracias a esas organizaciones, se conoció la suerte de muchos desaparecidos y dónde fueron a parar los niños de las asesinadas. Algunos han hallado a sus verdaderas familias.
Durante la dictadura de Augusto Pinochet, también a madres que daban a luz en hospitales públicos les decían que sus hijos nacieron muertos. Muchos bebés fueron adoptados por familias adineradas. Una organización, Hijos y Madres del Silencio, logró que la justicia chilena se ocupe del caso.
Esta forma cruel de apropiación se dio en España durante la dictadura franquista con el apoyo de autoridades, médicos, curas y monjas de hospitales y cárceles. El primer juicio por este delito está por concluir.
Inés Madrigal supo a los 41 años de edad que era una bebé robada y denunció judicialmente el caso, apoyada por su madre adoptiva. Al no poder tener hijos, hace 40 años ésta y su marido recibieron en donación una bebé. Para ello simuló estar embarazada. El doctor Eduardo Vela, director de la clínica San Ramón, les entregó una niña recién nacida.
Años después, tras comenzar las sospechas de robos de bebés en varios hospitales, se descubrió que Vela mostraba a las madres uno muerto para hacerles creer que era el de ellas. El verdadero, se daba en adopción tras un pago determinado. Hay más de 2 mil denuncias de robos, pero el de Inés es la primera con el acusado vivo.
Nunca será tarde para cerrar, justicia en mano, la herida del robo masivo de bebés durante el franquismo.