n las elecciones pasadas los maestros cumplieron su promesa de evaluar con el sufragio a la reforma educativa; algunos anunciaron su abierta simpatía al proyecto de nación encabezado por Andrés Manuel López Obrador y otros, como la CNTE, habían anticipado el voto de castigo contra los partidos del Pacto por México. Los resultados fueron avasalladores, la coalición Juntos Haremos Historia obtuvo tanto la Presidencia de la República como la mayoría en ambas cámaras legislativas.
Los costos poselectorales de la alianza del SNTE con José Antonio Meade son catastróficos, perdieron el control del voto corporativo que en los gobiernos del PRI y del PAN les permitió negociar posiciones políticas y obtener en la actual administración prebendas millonarias para promover la reforma educativa; a Juan Díaz de la Torre se le fue de las manos la diputación federal plurinominal, pero además deja al Partido Nueva Alianza, donde había operado su grupo de expertos en fraude electoral, al borde del precipicio, porque no cumplió con el mínimo porcentaje de la votación nacional para sostener el registro.
Ante los ojos del magisterio, el SNTE se reafirma como sindicato patronal, que traiciona la voluntad de cambio de sus agremiados, incapaz de defender sus derechos, sin legitimidad ni autoridad moral para representarlos ante el nuevo gobierno. Ellos son parte de la corrupción que nunca se fue cuando Peña Nieto prometió recuperar la rectoría del Estado sobre la educación; se mantuvieron vendiendo contratos laborales, cobrando porcentajes en la gestión de créditos, ejerciendo presupuestos millonarios otorgados por Aurelio Nuño para supuestamente capacitar a los docentes, actuando como sicarios y golpeadores en las secciones sindicales donde se intentó elegir representaciones democráticas y, por supuesto, como mapaches electorales.
Ante esta crisis en la representación legítima de los maestros mexicanos, ¿quién asumirá la relación bilateral de los trabajadores de la educación con el nuevo gobierno? Aunque AMLO se manifestó por el respeto a la autonomía del magisterio, hay pocas probabilidades de que haga efectiva la legalidad de las élites del SNTE nombradas en su pasado congreso de Vallarta, donde se ungió a Juan Díaz como presidente.
Las declaraciones apartidistas de la CNTE como movimiento nacional, sus cuestionamientos a las alianzas de Juntos Haremos Historia con uno de los grupos del charrismo magisterial identificado con Elba Esther, a la designación de un personaje ligado a los intereses empresariales como Esteban Moctezuma en la cabeza de la próxima Secretaría de Educación, así como a la ambigüedad de la propuesta educativa, que por una parte promete cancelar la reforma y por otra propone elementos que la refuerzan, le dan continuidad o simplemente no la toca por completo, hace de esta organización un grupo que fungirá como contrapeso a las posiciones y grupos de derecha en el nuevo gobierno, que no se irán con el régimen priísta. Si por otro lado se proponen revertir de fondo, aprovechando la mayoría legislativa, los procesos de despojo laboral, patrimonial y cultural que aceleró la reforma educativa, la CNTE no tendrá mejor opción que acompañar los cambios constitucionales para devolver la estabilidad a los maestros y garantizar el derecho de los niños a una educación gratuita y para el buen vivir.
Por otra parte, están las Redes Sociales Progresistas (RSP), el grupo controlado por la familia de Elba Esther Gordillo, que había surgido para participar en el proceso electoral, operando en favor de la candidatura de AMLO, así como en la búsqueda de espacios propios de representación en el gobierno y en las cámaras legislativas. Por lo menos, desde el mes de marzo de este año han estado preparando su siguiente paso para incidir en las políticas educativas por medio de la asociación civil Maestros por México (MXM), https://maestrospormexico.com/quienes-somos/.
Se conforman en el ideal empresarial que busca sustituir el sindicalismo por colegios de profesionistas u organizaciones de la sociedad civil con un rostro más afable para el capital. Al estilo de las patronales entran al juego de suplantar la agenda social por los intereses de grupúsculos; la plataforma de MXM coincide con los partidos reaccionarios y los grupos conservadores, los cuales promulgan que no es necesario abrogar la reforma educativa, tal vez hacer algunos cambios a la ley del servicio docente, pero en lo general aplicarla de manera correcta. En la agenda educativa neoliberal, está la continuidad de la evaluación, mantener el sistema meritocrático en el servicio docente, la permanencia del INEE a pesar de su origen panista y continuidad al servicio del priísmo sin impactos positivos en los logros académicos, el acuerdo ya pactado con la oligarquía económica para transferirle recursos públicos mediante becas de aprendiz en las empresas privadas.
Si MXM, el grupo más cercano al lopezobradorismo, se consolida como una tercera vía del magisterio ante el nuevo gobierno, no habrá una defensa real de los maestros ni de la escuela pública. Con el triunfo de AMLO no viene la calma, nos espera la disputa por la hegemonía del cambio, de la verdadera transformación del país, porque la derecha no se va a ir, está dejando a sus personeros en las instituciones educativas y magisteriales para intentar garantizar la continuidad de la oligarquía.
*Doctor en pedagogía