La magia estuvo ausente
Jueves 28 de junio de 2018, p. 8
Moscú
Brasil cumplió con su condición de favorito y de pentacampeón al vencer 2-0 a Serbia y avanzar a los octavos de final, aunque todavía no desata la magia que lo caracteriza. La verdeamarela terminó como líder del Grupo E y sentenció el temido duelo que pretendía evitar contra México, al que enfrentará el lunes.
Con menos sufrimiento que otros de los llamados grandes, Brasil consiguió su pase con siete unidades, pero aún no se enciende el jogo bonito en la cancha. Los serbios se aferraron a su última oportunidad para calificar, y aunque fueron incómodos, quedaron eliminados con tres puntos.
Paulinho (35) y Thiago Silva (68) anotaron los goles de una victoria que pudo haber sido más holgada, de no ser por las exactas intervenciones del arquero serbio Vladimir Stojkovic.
Poco después de que la campeona Alemania fue eliminada y Argentina sufrió para clasificar, Brasil pasó aprietos para imponer su jerarquía y su clase ante un rival voluntarioso pero con carencias.
Los brasileños tuvieron que improvisar desde los primeros minutos cuando Marcelo, uno de sus hombres fuertes, tuvo que salir de la cancha por una lesión. El lateral izquierdo fue remplazado por Filipe Luis.
Coutinho, Gabriel Jesus y Neymar cautivan con sus regates. Pero el funcionamiento colectivo aún no convence: la verdeamarela no tiene vértigo y por momentos es previsible. La buena para los sudamericanos fue que Neymar despertó y dio una de sus mejores exhibiciones en el certamen. A diferencia de los partidos anteriores, con un futbol estético y efectivo, el delantero exhibió un juego interesante: arrancadas, pases largos y regates en corto. Sólo le faltó el gol.
Serbia, que plantó cara, olió el peligro con los disparos de los brasileños y Filip Kostic se aventuró con la intención de generar oportunidades, aunque llegó al área poco pudo hacer ante la zaga precisa del rival.
Los brasileños mantenían bajo su control el encuentro, pero el primer tiempo se diluía y no conseguían sacudir las redes, hasta que apareció Paulinho con una definición artística.
Philippe Coutinho filtró el balón y Paulinho se encargó de quebrar la defensa de los serbios para rematar en el aire con la punta del pie en un mano a mano con el arquero. Samba en la gradas, la afición brasileña se desgarraba en uno de sus festejos favoritos, la del gol.
Los serbios presionaron en el complemento y asustaron a los sudamericanos con disparos de Mitrovic. Estuvieron cerca del empate cuando el arquero Alisson dejó un balón en el área y el delantero Aleksandar Mitrovic llegó para cabecear. No fue gol porque Thiago Silva apareció para desviar el esférico.
La afición brasileña que llenó el Spartak Stadium se había encogido durante el tramo peligroso de los balcánicos y Neymar pidió con los brazos que volviera la fiesta, no estaban dispuestos a permitir que la samba fuera silenciada.
Una jugada con pelota detenida apagó el incendio con el segundo tanto de los brasileños. Neymar cobró un tiro de esquina y Thiago Silva mandó el esférico a las redes con un remate de testa.