Miércoles 27 de junio de 2018, p. a13
Madrid
Durante los recientes 150 años, uno de los dramas más representados de Gaetano Donizetti, Lucia di Lammermoor, rara vez se ha interpretado con todas las escenas creadas por el músico italiano.
Las exigencias del nuevo lenguaje lírico impuestas por la irrupción de Giussepe Verdi hizo que la historia trágica de Lucia se contara de forma abreviada, dándole así más ritmo y agilidad. La mayoría de las grabaciones están incompletas.
El Teatro Real de Madrid presenta una versión íntegra de Lucia di Lammermoor, con un toque gótico inspirado en los cuentos de terror de Edgar Allan Poe, en la que además el tenor mexicano Javier Camarena interpreta por primera vez a Edgardo, el amante trágico que sucumbe ante las rencillas añejas de dos familias enfrentadas por el poder y el dinero.
Camarena se enfrenta a uno de los personajes más complejos por la coloratura, el virtuosismo y el dramatismo que exige. Y más aún cuando en la versión integra se incluyen algunos duetos que casi nunca se han tocado en los últimos años, como el que protagoniza Edgardo en lo alto de su torre con su eterno enemigo y hermano de su amada, Lord Enrico Ashton.
Espacio gótico y siniestro
Los directores musicales y de escena, Daniel Oren y David Alden, respectivamente, se empeñaron en una versión integra de la ópera de Donizetti, pero también en situar la trama en la Escocia de finales del siglo XVI, como está en el libreto original de Salvatore Cammarano.
Para recrear ese ambiente bélico que enfrentó a los partidarios de María Estuardo, católicos, con los reformistas de su hijo Jaime VI, viajaron por el país buscando escenarios que los inspiraron. Y en uno de los viejos castillos de la aristocracia decadente encontraron lo que buscaban: un espacio gótico, oscuro, incluso siniestro, donde el terror y la tragedia se van tejiendo.
La soprano estadunidense de origen cubano Lisette Oropesa interpreta magistralmente a Lucia.
El proyecto musical y escénico se empeñó en un elemento también orillado por los rigores de la moda en los años recientes, la aparición de un instrumento clave en el que quizá sea el clímax dramático de la trama: cuando Lucia enloquece.
Tradicionalmente se ha acompañado esa aria de una flauta, que le daba más dulzura, cuando en realidad Donizetti la concibió para ser tocada por una armónica de cristal por su sonido embriagador, similar al de una viola da gamba. En esta versión está presente esta armónica con uno de los mayores maestros de la actualidad, Sascha Reckert.