Opinión
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La cuarta
A

ndrés Manuel ha desatado un frenético tour de force en el último tramo de la campaña; en tanto, los últimos promedios de las encuestas, publicados, rezan: Oraculus: 99 por ciento de probabilidades de triunfo, para a AMLO; El País: 95 por ciento, y el de GPPolls también 99 por ciento. Todo en medio de una turbadora matazón sin precedentes en varias décadas, cometida, entre otros por quienes no quieren que aparezcan en la lista los candidatos ¿qué encabezan las preferencias? Y, mientras, el país se sumerge en un gozo apasionado, trágico y extremo con las hazañas del Tri. Todo simultáneo.

Morena está a punto de ganar las elecciones, pero un desastre siniestro parece sumarse al estado de cosas actual. Trampas viles y crímenes, sin precedente, esperan a la sociedad mexicana, mientras vive radiante su desquicio. En medio de un río infestado de monstruos desatados, Morena llegará a la otra orilla, y mucho le espera con esos monstruos del 2 de julio al primero de diciembre. Cruentas batallas veremos durante el ­semestre.

Terminará el PREP y le seguirán unos momentos extáticos; y enseguida ¡cuántas exigencias le caerán encima a Morena!, y a todas debe responder; y en lapsos breves se espera que empiece a tomar graves decisiones. La inseguridad y la violencia continuarán abrazando a la sociedad y Morena se verá en la necesidad de empezar a tomar decisiones de Estado. ¡Cuánta inteligencia, sobriedad, resolución y mirada larga requerirá para no perderse en el maremágnum!

No podrá dejar para después el cuidado de sí mismo. Sé que, en medio de presiones gigantescas, cundirá la urgencia, y es fácil dejar para más adelante esos cuidados. Pero Morena será clave en las tareas de gobierno. Este crío acaba de nacer, y en la babel puede perderse. No cometan los morenistas tal desatino. El crío tiene que crecer, fortalecerse, ganar músculo y destreza. Sólo un pueblo organizado y movilizado puede llevar a cabo una transformación como la que Morena sueña. En cada vez más espacios, Morena ahora deberá cumplir esas tareas de organización y movilización del pueblo. No ya para ganar la elección, que será tarea consumada. Para empujar las tareas de gobierno será ahora reclamado. Ninguna organización puede sustituirlo.

Morena no podrá ser parte del gobierno, como lo ha sido el PRI del Estado corporativo. No habrá cuarta transformación sin cumplir esa condición elemental. El gobierno debe empezar a construir un nuevo Estado, y deben quedar fuera el partido triunfante, y también las organizaciones sociales, los sindicatos, todas las formas organizativas que no sean las instituciones de Estado. Las decisiones de política económica o política social, y su ejecución, deberán discurrir por los canales institucionales del Estado. Atrás deberán quedar las intervenciones de las organizaciones sociales, ya de patronos, ya de trabajadores, o de cualesquiera otras. De este modo, esa construcción será un magno hecho de la política. Así, una democracia puede ser, crecientemente, tal. Otro conjunto de realizaciones debe ser también parte de la construcción de esa democracia: las que confluyen en el concepto no neoliberal contenido en el artículo tercero de la Constitución política, desde el 5 de febrero de 1918. Hace un siglo que ahí yace sin vida efectiva el concepto constitucional de la democracia, que ordena: Considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo. Es hora de dar cabal cumplimiento a la Constitución Política. Es llegada la hora de comenzar a abatir las desigualdades andando el camino ya definido hace 100 años. La disposición fundamental existe, nunca se ha hecho presente la disposición política de Estado. Ahora el gobierno morenista podrá y deberá decir ¡presente!

Morena y el gobierno del que surgirá, tendrán que permanecer separados, a la vez que deberán marchar hombro con hombro. Por eso Morena debe crecer y fortalecerse. Además, porque esa construcción demandará más de un sexenio. Es imposible hoy saber ese dato: cuántos sexenios.

Morena debe permanecer haciendo tareas propias de un partido: una es la importante responsabilidad de crear los equipos políticos para apoyar las tareas del gobierno que estén en favor del pueblo y, otra, relevar dentro de seis años al equipo de gobierno que en días puede ser declarado vencedor de las elecciones.

Cada acción del gobierno morenista que dé satisfacción a las antiguas demandas populares será vital para mantener el apoyo, y para mantener la expectativa de ver cumplidas gradualmente las necesidades básicas y, más tarde, de ver satisfechas otras necesidades que hagan desplegar la sustancia humana en todo mexicano.

El gobierno morenista debe también lla­mar a las inteligencias de mexicanos dies­tros en dar armazón institucional al nue­vo Estado, y en diseñar las políticas económicas y sociales que merece el pueblo mexicano.