Lunes 11 de junio de 2018, p. 17
El Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (NAICM) es pieza clave para detonar el crecimiento económico y competitividad del país, ya que concentrará 65 por ciento de las mercancías exportadas vía aérea al resto del mundo.
En la publicación En contexto: El Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México, del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (Cesop), de la Cámara de Diputados, se realiza un panorama general del megaproyecto que transformará la zona oriente del valle de México para convertirla en un nuevo polo de desarrollo, según la visión del Grupo Aeroportuario de Ciudad de México (GACM). La finalidad es contar con una infraestructura de transporte aéreo que implique menores costos para realizar la actividad económica.
En la actualidad el Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (AICM) transporta más de 44 millones de pasajeros; en la primera etapa, la nueva terminal aérea tendrá capacidad para recibir hasta 50 millones de usuarios cada año, con aproximadamente 440 mil vuelos.
En su máximo desarrollo tendrá dos terminales y seis pistas que permitirán realizar operaciones a tres aviones al mismo tiempo, además recibirá hasta un millón de vuelos al año o 120 millones de pasajeros.
El estudio indica que de acuerdo con el Foro Económico Mundial, México ocupa la posición 51 y 62 en competitividad e infraestructura respectivamente; en calidad es el lugar 67 de 137 países.
Para algunos especialistas, el proyecto del NAICM es viable por la cercanía con el centro de demanda; la factibilidad técnica, ambiental, hidráulica y administrativa de la zona y el aprovechamiento de los recursos existentes del AICM.
Sin embargo, detalla, para la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, entre las deficiencias técnicas de la manifestación de impacto ambiental, el nuevo aeropuerto se pretende construir en la zona de mayor vulnerabilidad y omite la presentación de estudios de riesgo ambiental asociados a la posibilidad de inundaciones ante eventos hidrometeorológicos.
Otra falla es que los elementos técnicos para evaluar el impacto que sufrirán las aves son completamente deficientes, exceptúan información deliberadamente, no cuentan con un programa para el manejo de la ornitofauna y minimizan el riesgo por colisión entre las aves y los aviones.