l hedor y las emisiones tóxicas de la basura que se acumula en los vertederos exasperan a los habitantes de Moscú; mientras, la incineración dista mucho de satisfacer a todo el mundo.

Moscú produce casi 70 millones de toneladas de desechos al año, de acuerdo con Greenpeace.

Según esta organización ecologista, en los pasados 10 años, el volumen de basura de Rusia aumentó 30 por ciento; sólo 2 por ciento es incinerada y 7 por ciento reciclada. El resto se acumula en vertederos cada vez más contaminantes.

Rusia parece realizar la predicción (del físico) Niels Bohr, de que la humanidad morirá asfixiándose en su propia basura, señaló Alexei Kiseliov, responsable de Greenpeace-Rusia.

En los alrededores de Moscú se cerraron 24 vertederos en cinco años por problemas de insalubridad, mientras otros 15 reciben aún masas de desechos.

A finales de marzo, unos 50 niños de Volokolams, al noroeste de Moscú, se intoxicaron por un gas procedente de un tiradero. Miles de habitantes se manifestaron entonces para reclamar su cierre.

Lo más grave es que nadie se ocupa del problema hasta que hay una emisión de gas, agua contaminada o un incendio en un vertedero, lamentó Kiseliov.

Frente a esta catástrofe ecológica, el gobierno ruso prometió construir cinco incineradoras, cuatro en la región de Moscú y una en Kazan, a orillas del Volga.

Las dos primeras plantas –ubicadas en Voskresensk– con capacidad para incinerar 700 mil toneladas de residuos al año, deberían estar terminadas para 2021; pero la población local se manifestó en contra, al temer un impacto negativo en el medio ambiente. Queremos plantas de reciclaje, no incineradoras, expresó una ciudadana.

Pero Andrei Chipelov, director del proyecto de incineradoras, aseguró que se trata de las tecnologías más sofisticadas.

Afp