a ventaja en el proceso prelectoral es tan decisiva para el candidato del partido Morena, Andrés Manuel López Obrador, que los apostadores dan a ganar cinco pesos a cien por el resto de los participantes que le juegan a ganar a lo imprevisto. Tan es así, que entre el resto de sus competidores unidos no lo alcanzan ni en esa forma.
El panorama electoral pierde interés para ganarlo el Mundial de futbol. Las grandes masas ya se encuentran instaladas de antemano en un fenómeno colectivo en el que se involucran hasta la médula
millones de personas en el orbe. Fenómeno complejo que presenta no sólo el aspecto deportivo, sino también un fenómeno económico que produce una derrama cuantiosa de millones de dólares. Pero no es sólo eso; a la par se desarrolla un fenómeno de masas que escapa hasta ahora a las posibles explicaciones sociológicas y sicoanalíticas.
Más que un fenómeno con una explicación posible, se nos aparece como una interrogante de difícil respuesta. Un enorme sector de la población mundial independientemente de raza, creencias e ideologías, se fusiona en dicho fenómeno colectivo. Esto se repite cada cuatro años; el futbol toma un lugar protagónico y opaca hasta las noticias y acontecimientos más relevantes (políticos, económicos, financieros, etcétera). Sólo se habla de futbol –los goles del Real Madrid y los chismes del portero del Liverpool–, las cadenas televisivas además de la transmisión de los partidos, organizan programación paralela. Chicos y grandes, en la escuela, en el trabajo, los deportivos, las universidades, la televisión y hasta el atrio de la iglesia en la misa dominical no hablan de otra cosa. Se hacen pronósticos, se hace apuestas, se sufre y se goza y hasta se reza en torno a un fenómeno tras el cual se ocultan y depositan infinidad de fantasías que escapan a todo encasillamiento posible.
En los estadios, sobre todo en determinados partidos, la pasión se desbordará. Al tomar diversos cauces: euforia, entusiasmo, a veces agresión desmedida, otras despliegue sin límites de la sensualidad. Toda una mezcla de la diversidad y la pluralidad racionales, todos los matices de los afectos pero sobre todo una especie de dilución del yo individual que se convierte en un yo colectivo, a la manera de la descripción freudiana en Sicología de las masas o de los trabajos de Le Bon, pero que no alcanza para explicar el fenómeno.
Dicho fenómeno representa un fenómeno complejo que amerita reflexiones profundas por parte de las ciencias humanísticas, dada su intensidad y magnitud. La simplista explicación de que a falta de pan hay que dar circo
se queda corta. La alusión a las fantasías narcisistas depositadas en ello y a las identificaciones con triunfadores o fracasados igualmente resultan excesivamente reduccionistas.
Habrá que observar con ojo atento y con imparcialidad el fenómeno para intentar de esta forma ver si logramos dilucidar algo de la complejidad de tal fenómeno, y además de disfrutar del deporte podemos ir más allá en el intento de discernir algo más de la enigmática naturaleza humana.