El filósofo vasco Daniel Innerarity (Bilbao, 1959) trae a México su libro más reciente: Política para perplejos. En una era de incertidumbre por el futuro, decepción generalizada y convulsiones económicas, plantea que uno de los problemas actuales es la ruptura radical que se ha producido en la sociedad entre el populismo y las tecnocracias.

En entrevista con La Jornada, sostiene: Habría que suturar las razones del corazón y las razones de la inteligencia. No puede ser que la política nos obligue a oscilar en tanto que electores entre un principio de placer sin tener en cuenta las razones de la realidad y un principio de realidad que toma en muy poca consideración la exigencia de legitimidad popular. Eso es síntoma de que algo no cuadra bien en nuestra manera de concebir la política.

El populismo es un término muy degastado, que ha sido utilizado interesadamente para designar a unos partidos políticos concretos, sin reconocer que guiños populistas los tienen todos esos organismos de interés público.

Al respecto, Innerarity escribe: El antipopulismo se ha convertido en el instrumento de legitimación de los conservadores del mismo modo que los populistas se entienden a sí mismos como el verdadero antídoto del elitismo conservador.

La brecha entre ambas posturas es algo que se debe cerrar y surgir una nueva alternativa, en medio de una necesidad de nuevos conceptos que nos permitan comprender qué está pasando.

Época de incertidumbre

Política para perplejos (Galaxia Gutenberg) es la continuación reflexiva de La política en tiempos de indignación, obra publicada hace tres años. Este nuevo estado de perplejidad, considera el autor, es un fenómeno bastante general de la política en las democracias, donde uno de los factores es el debilitamiento de las referencias que teníamos.

Si hubiera que sintetizar el carácter del mundo en el que vivimos, diría que estamos en una época de incertidumbre, postula Innerarity desde las primeras líneas de su libro; define la elección de Donald Trump en Estados Unidos y la votación en Reino Unido en favor del Brexit, como hechos improbables que sacudieron en 2016, como parte de una actual imposibilidad de avizorar el futuro.

Este tipo de sorpresas no se-rían tan dolorosas si no fuera porque ponen de manifiesto que no tenemos ningún control sobre el mundo, ni en términos de anticipación teórica ni en lo que se refiere a su configuración práctica, escribe.

“La política –añade– ha entrado en una época de señalización escasa. Como cuando entramos en un territorio no explorado. Fundamentalmente porque hay grandes cambios sociales, tecnológicos, económicos, culturales y la política es muy lenta en sus procedimientos para reflexionar.

Entonces, ese desajuste entre la sociedad que evoluciona a gran velocidad, para lo bueno y lo malo, y una política que es muy lenta, con la única manera que tiene de aparentar iniciativa, acelerar sus procesos, es lo que creo está en la base de nuestra perplejidad, describe.

Mi perspectiva de la política es desde la filosofía, plantea Innerarity, catedrático e investigador Ikerbasque en la Universidad del País Vasco y en el Instituto Europeo de Florencia. Ha sido profesor invitado en las universidades de La Sorbona, en París, y de la London School of Economics. En 2004 el semanario francés Le Nouvel Observateur lo incluyó en una lista de 25 grandes pensadores del mundo.

Durante su reciente estancia en la Universidad de Georgetown, en Estados Unidos, escribió su nuevo título, que se suma a una decena de obras. Es un libro que no ofrece recetas a corto plazo. Si uno lo lee, no va a sacar inevitablemente la compulsión de que tiene que votar por uno u otro. Pero sí va a permitir, espero, tener mayor claridad de lo que está pasando en la política en general, explica antes de la presentación de Política para perplejos, en Universidad Nacional Autónoma de México, donde un día antes ofreció la conferencia La política ininteligible.

Esfuerzo colectivo

Daniel Innerarity afirma que en esas páginas ha prescindido de todo aparato técnico y la terminología complicada. Eso no significa que se lea de un tirón o en la playa. Requiere cierto esfuerzo. Pero yo siempre he dicho que en la filosofía se paga muy bien, si se será recompensado. Lo malo es hacer un esfuerzo con un libro que luego no te devuelve claridad en los conceptos, orientación política y comprensión de lo que pasa.

En el capítulo final plantea un panorama de lo que nos espera, con las inquietudes sobre la imposibilidad de predecir del futuro o saber en qué consiste cambiar el mundo. Sin embargo, aclara, hemos de ser optimistas, no tanto como un imperativo moral, sino por razones de tipo cognitivo.

Una opción, sugiere, es una tarea compartida entre los que piensan estos temas, los que están en la dirección política y escuchando mucho al pueblo. Tenemos que salir conjuntamente, es un esfuerzo que necesitamos hacer colectivamente.