Peña, factor (aún) determinante
Hunde a Meade; riñe con Anaya
¿Negociar con AMLO?
Bronco y Ricky, temas penales
uando, el año recién pasado, algunos grupos priístas presionaban en busca de precipitar la designación de candidato presidencial (con Miguel Ángel Osorio Chong como aspirante muy debilitado, pero todavía con ciertas esperanzas), había presuntos intérpretes palaciegos que justificaban la retención peñista de la decisión sucesoria con el argumento de que el ocupante de Los Pinos deseaba prolongar lo más que le fuera posible dicho destape
, pues luego de él comenzaría de manera natural su declive político. Enrique Peña Nieto, se decía, buscaba conservar un poco más los hilos del poder, sabedor de que al postular al candidato presidencial por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) éste iría tomando dichos hilos, hasta dejarlo explicablemente en un segundo plano.
La realidad ha sido diferente. Así como resultó falso que Peña Nieto no fuese a terminar su sexenio a causa de los múltiples errores cometidos, y acusado de incapacidad política para ejercer el máximo mando del país, ahora tampoco ha resultado cierto que hubiese sido desplazado por el candidato presidencial, que a la sazón resultó ser José Antonio Meade Kuribreña.
Por el contrario, y de manera irónica, el ocupante de Los Pinos con peor valoración demoscópica, el político que mantiene al país en crítica situación general, no ha podido ser desplazado del timón de su partido y de la campaña presidencial, pues sigue controlando a un abanderado no priísta, Meade Kuribreña, quien sigue cercado por ese peñismo representado por Aurelio Nuño como coordinador de campaña, por René Juárez como sustituto del fusible quemado Enrique Ochoa Reza y por todo el lastre de complicidades priístas tras del aspirante ciudadano
(la más reciente demostración de sometimiento de Meade a todo lo que dice combatir se ha producido en tierras veracruzanas, en una reunión con el venerado Carlos Romero Deschamps y su imperio sindical petrolero).
Aún presente y declarante en actos de primer plano, ampliamente difundidos, defensor explícito y apasionado de su paso por Los Pinos (al que aún le resta un semestre), Peña Nieto está teniendo más peso en los resolutivos finales de lo que inicialmente parecía. El hundimiento o la incapacidad de crecimiento de Meade se debe en muy buena parte al dominio de Peña y a las condiciones que ha impuesto a esa campaña sometida. La guerra mediática y judicial contra el panista Ricardo Anaya ha tenido como fuente propiciadora al mismo peñismo, que acusa de traiciones al candidato cuya acta de nacimiento es de Querétaro.
Entonces, ¿a qué juega Peña? O, dicho de otra manera, ¿cuáles son las cartas reales de Peña y cuál es la ganancia a la que aspira? En un análisis frío, no parece tener muchas opciones. A Meade lo ha mantenido en un bajo perfil, y a casi un mes de las elecciones resultaría muy peligroso, en términos sociales y económicos, el intento de un fraude electoral que trastoque todo e imponga al pentasecretario tridorito. Con Anaya ha sostenido un intenso duelo de descalificaciones, que hace muy difícil una reconciliación de última hora.
¿Negociar, entonces, con el candidato puntero? No es una treta inverosímil: los presidentes mexicanos salientes siempre han negociado su salida y la protección de sus intereses. Los que llegan suelen dar golpes sobre la mesa en sus primeros meses de reinado institucional, pero a fin de cuentas nada grave sucede, luego de que el entrante hizo ver al saliente que el poder real había cambiado ya de manos.
En la más reciente sucesión presidencial, la de 2012, Felipe Calderón Hinojosa abandonó a la candidata panista, Josefina Vázquez Mota, luego de que no pudo el michoacano instalar como aspirante blanquiazul a Ernesto Cordero. Con insistencia se ha hablado de un pacto secreto entre Calderón Hinojosa y Peña Nieto, para ayudar a éste a hacerse de la banda presidencial y cerrar el paso a López Obrador. ¿Ahora se podría estar ante un escenario parecido, con beneficiario diferente?
Una de las propuestas más polémicas del tabasqueño ayuda a la especulación. Una amnistía general ha propuesto, no sólo a nivel de narcotraficantes o practicantes de crímenes organizados, sino también en el plano de políticos y funcionarios. Ha dicho, a diferencia de Ricardo Anaya, que no habría persecución a Peña Nieto. La idea es ver hacia adelante
a partir del primero de diciembre de este año, si es que llega a Palacio Nacional.
Cierto es que el aparato tradicional de defraudación electoral ya está actuando, pero no se sabe si la instrucción final será de ir con todo en favor de un eventual candidato principal antipejista (Anaya o Meade) o simplemente se está buscando preservar aceitadas las bases priístas para que este partido no desaparezca ante la oleada lopezobradorista, que podría ganar la mayoría en el Congreso federal, la gran mayoría de las gubernaturas en contienda y, desde luego, la banda presidencial.
En abono de una alternancia partidista relativamente pacífica, pero sólidamente pactada, podría hablarse respecto del inusual funcionamiento de los sistemas tradicionales de construcción de las percepciones electorales, como han sido las casas encuestadoras de opinión y los medios tradicionales de comunicación, sobre todo los televisivos. Un gobierno, el peñista, siempre acusado de ejercer un férreo control en esos terrenos, ahora los ha dejado fluir libremente, cuando sabido es que llamadas oportunas y enérgicas, y negociaciones comerciales adecuadas, habrían desviado el rumbo de esos resultados demoscópicos (siempre manipulables, a gusto del cliente) y mediáticos.
Y, mientras sigue afilada la guillotina judicial contra Anaya, de la que tanto se ha hablado en esta columna, pues un juez federal decidió ayer que debe seguir adelante la consignación de las carpetas relacionadas con el empresario Manuel Barreiro, en el caso de la nave industrial queretana y las ganancias multimillonarias para el ahora candidato panista, ¡hasta mañana, con El Bronco también pasando aceite, pues las evidencias de sus trampas para ser independiente
han sido consignadas a instancias penales!
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