Abiyán.

A primera vista parece un concurso de belleza normal: candidatas que recitan respuestas ensayadas, un escenario, un jurado... salvo que en éste, en Costa de Marfil, todas las participantes tienen alguna discapacidad.

Una, ciega, está acompañada de un guía; otra camina con una muleta, y otra se contonea sobre calzado ortopédico con suela de 15 centímetros. Cada una con una discapacidad distinta y todas en competencia por el título de Miss Discapacidad. Las 10 candidatas se exponen a las miradas ajenas con gran valor, en un continente donde la discapacidad suele tener más rechazo que en el mundo occidental.

Todas las chicas con discapacidad, como yo, que están en su rincón, que no se atrevan a mostrarse, a partir de este concurso podrán tener por fin la valentía y la fuerza de presentarse. La discapacidad está en la cabeza, hay que afrontar las barreras y todo irá bien, asegura la premiada de 2018, Luku Getheme, estudiante de 25 años, con una minusvalía en una pierna desde la niñez.

La belleza del mundo es la diferencia. Formamos parte de una minoría y tenemos que hacernos oír entre la mayoría, subraya la cantante Nuella, de 33 años, organizadora el certamen y nacida con una malformación en las piernas, quien debió someterse a 36 dolorosas operaciones. Esto no le impidió hacerse famosa y ganar dos concursos de la televisión africana: Star Karaoke 2007 y Africa Star 2010.

Costa de Marfil es el segundo país africano, detrás de Camerún, que organiza este concurso, presente también en varios países del hemisferio norte. Una discapacitada, pese a su minusvalía, sigue siendo bella y mujer, afirma Danielle Krea, diseñadora de moda, quien vistió a las candidatas.