Corredores biológicos, espacios de vida
Lunes 21 de mayo de 2018, p. 34
El Corredor Mesoamericano permitió visualizar que la biodiver- sidad incluye a los dueños del capital natural, no es tema de biólogos. Incluye las prácticas tradicionales y ancestrales de miles de campesinos que lo han resguardado. Comenzó como proyecto internacional que abarcaba estados del sureste (Oaxaca, Chiapas, Quintana Roo, Yucatán, Campeche y Tabasco) hasta Panamá, y desde 2007 pasó a la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), este año termina sus actividades.
Se trata de una gestión de desarrollo en el territorio que permite la conectividad entre ecosistemas y hay un plan director 2020 para los 10 países de la región.
Pedro Álvarez Icaza, actual coordinador general de Corredores y Recursos Biológicos de la Conabio, organismo dependiente de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, indica que se convirtió en una perspectiva complementaria a las áreas naturales protegidas, donde los corredores biológicos son espacios de vida, donde la gente puede vivir bien, con el cuidado de su entorno.
Explica que en la selva Lacandona, en las áreas que se conservan, se han mejorado los ingresos de los productores sin destruir la vegetación; de 2008 a la fecha ha disminuido a menos de uno por ciento la deforestación anual.
En la reserva de Calakmul se ha detenido la deforestación con el manejo de acahuales, buenas prácticas productivas, manejo forestal asociado y se han consolidado capacidades e iniciativas en torno del manejo amigable de la biodiversidad, detalla.
El corredor ha sido la pauta no sólo en México, también en América Central, donde se han cambiado las leyes con una visión más socioambiental, apunta.