Margarita: lista para negociar
Cierre de filas luego del debate
Incertidumbre económica
En CDMX, tendencias sostenidas
o habían pasado ni veinticuatro horas de la difusión masiva de su renuncia a una desinflada candidatura presidencial sin partido, cuando ya estaba Margarita Zavala poniéndose a disposición de negociar con el panista Ricardo Anaya y con el tecnócrata de pripanismo sin credencial, José Antonio Meade: si quieren hablar, hablamos
, dijo la ex presidenta del sistema DIF en tiempos del calderonismo.
Aún cuando ha dicho, en principio, que no se definirá por ningún candidato presidencial más que a la hora de emitir su voto, y que sus colaboradores y seguidores han quedado en libertad para sumarse a las opciones que deseen, Zavala es empeñosamente cortejada por Anaya y Meade, quienes creen posible catapultarse como única alternativa viable contra Andrés Manuel López Obrador si es que obtienen el sí
de una candidata que en sus mejores estimaciones de voto rondó los tres puntos porcentuales y que, para conseguir su registro como aspirante sin partido, hubo de recurrir al universo paralelo de las fotocopias de credenciales de elector, a falta de suficientes militantes de carne y hueso en su apoyo.
La renuncia de Margarita fue colocada en un momento táctico interesante, a unos días del segundo debate entre candidatos presidenciales, la cita en Tijuana ante micrófonos y reflectores a cuyo final les gustaría a empresarios y tácticos del sistema contar con mejores condiciones para decidir cuál personaje podría ser el ganador de la estafeta de las cúpulas para intentar el abatimiento electoral del citado López Obrador.
El tiempo ya no da para más, así que la decisión debe acelerarse. En ese esquema de apresuramiento hubo presiones empresariales para que Zavala se retirara de escena, aunque no se consiguió que apoyara expresamente a Anaya, mejor colocado en el estante de la demoscopía que el rezagado Meade, a quien sostiene con empecinamiento Enrique Peña Nieto, como única opción que él apoyará con todo el peso del presidencialismo subsistente, aunque las tendencias de voto hacia el pentasecretario tridorito sean bajas.
La eventual inclinación del felipemargarismo hacia Meade (López Obrador advirtió ayer del riesgo de la adhesión de Zavala al candidato del PRI, tal como en esta columna también se ha sostenido) pondría en sintonía a los diversos factores de poder que desean ya apretar en estrategia y tácticas contra el nacido en Macuspana. El debate dominical será un duelo casi final entre Meade y Anaya para definir posicionamientos, con la esperanza de que AMLO vuelva a mostrarse desentrenado y fuera de ritmo en la exposición mediática a realizarse en Tijuana.
La mala noticia para los aspirantes a una conjura maestra contra AMLO es que, a pesar del mal desenvolvimiento de éste en el anterior debate, se mantuvieron virtualmente intactos sus números conforme a las encuestas de opinión hasta ahora generalmente aceptadas y, con sucesos posteriores, incluso se ha incrementado esa ventaja que mantiene en jaque a quienes no aciertan a descifrar las claves del crecimiento del tabasqueño.
El cierre de filas contra el morenista indeseado en las élites tiene como contexto la agudización de la incertidumbre económica. Ya no es solamente la diaria angustia ante los hechos violentos, cada vez más salvajes y cada vez más impunes: ahora cabalga el intencional fantasma de los riesgos económicos tan invocados por capitanes de empresa que alertan a sus empleados y cuadros directivos respecto a los riesgos de una equivocación
a la hora de votar el próximo primero de julio.
La depreciación del peso frente al dólar es un indicativo altamente sensible para los bolsillos populares que no se enredan en demasiadas interpretaciones con ingredientes internacionales y macroeconómicos. Luego, el negociador gringo del Tratado de Libre Comercio hace saber que no está cerca el cierre de esas pláticas, lo cual agrega suspenso y temor al cuadro de por sí preocupante. Y el hackeo de los sistemas de pagos electrónicos bancarios genera especulaciones respecto al eventual uso de esos centenares de millones para financiar fraudes electorales o respecto a la posibilidad de que se induzcan circunstancias de obstrucción en los procesos de cobros y pagos, con el objeto de multiplicar el conservadurismo electoral, en una especie de promoción de un voto de miedo financiero.
El debate entre candidatos a gobernar la Ciudad de México transcurrió entre las coordenadas previsibles: ataques a la puntera: Claudia Sheinbaum, quien de manera entendible prefirió no enredarse; artillería del tercer lugar, el decimonónico Mikel Arriola, a nombre del PRI, contra la ocupante del segundo lugar, Alejandra Barrales, siempre envuelta en díceres y verdades inmobiliarias. Marco Rascón, sin posibilidades de triunfo, con el discurso mejor armado en términos políticos, y las demás candidaturas perdidas en la intrascendencia.
Nada parece alterar la ruta electoral chilanga: Sheinbaum, impulsada por el efecto López Obrador, particularmente fuerte en la capital del país, no es afectada ni siquiera por los dardos insistentes relacionados con la tragedia del colegio Enrique Rébsamen; Alejandra Barrales, esperanzada en la fuerza del aparato clientelar de lo que queda del Partido de la Revolución Democrática, y Mikel Arriola en cultivo del voto de la derecha inconforme con la alianza del PAN con el PRD, cargado abiertamente a la extrema derecha como único nicho explotable para su candidatura sin expectativa de mayor ganancia.
Astillas
Arrecian las presiones en el tribunal electoral federal, en busca de que no sea aprobada la candidatura del polémico dirigente minero Napoleón Gómez Urrutia, a quien Morena ha postulado para que sea senador por la vía automática de un lugar preferente en la lista del partido, lo que le permitiría regresar de Canadá a México con fuero, sin el riesgo de una detención inmediata por temas relacionados con el manejo de cuotas sindicales y, en especial, de una famosa partida de más de 50 millones de dólares ¡Hasta mañana!
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