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México SA

Candidatos no ven ni oyen

Pobreza fuera de su agenda

Por la cultura del privilegio

M

éxico es uno de los países más desiguales del mundo, donde, por un lado, una minoría selecta concentra una gruesísima rebanada del ingreso y la riqueza y, por el otro, la mayoría es pobre permanentemente sin mayor posibilidad de superar tan drástica condición social.

El citado es uno de los más graves problemas del país, pero, salvo ya saben quién, el tema no ha sido tocado por los candidatos al hueso mayor. De hecho, José Antonio Meade, ex secretario de Desarrollo Social, sólo hace referencia a la riqueza… de su opositor Ricardo Anaya, y éste sólo critica la pobreza… de propuestas de otros abanderados. Hasta allí.

En más de tres décadas de neoliberalismo a la mexicana, la concentración del ingreso y la riqueza se consolidó hasta ser una de las mayores de América Latina y de las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), mientras el número de pobres en el país creció a paso veloz hasta duplicarse y contando, con todo y que la medición oficial tiene sus bemoles. A lo largo de ese periodo, siempre de acuerdo con cifras gubernamentales, el presupuesto federal destinado a lo que denominan combate a la pobreza se incrementó de forma sustancial, pero el resultado ha sido inversamente proporcional.

Entre otras gracias, el modelo económico-político impuesto a México 36 años atrás convirtió al país en una enorme cuan productiva fábrica de pobres, a la par que las menos de dos decenas de multimillonarios autóctonos marca Forbes fueron hechos a mano desde el sexenio salinista.

No será mediante evasivas como se resolverá el gravísimo problema de la pobreza y de la concentración del ingreso y la riqueza, de tal suerte que lo menos que deben hacer los candidatos es pronunciarse sobre el tema e intentar aportar alternativas de solución, aunque en los hechos difícilmente lo harán, porque, salvo ya saben quién, los candidatos prianistas provienen del mismo establo, propiedad de los multimillonarios Forbes.

En vía de mientras, la Cepal (La ineficiencia de la desigualdad) documenta que como parte de la cultura del privilegio, en México el uno por ciento de la población (los ricos entre los ricos) ostentan más de 25 por ciento del ingreso total, mientras la población en pobreza supera 50 por ciento del total. Es la segunda mayor concentración en América Latina y el Caribe, sólo superada por Brasil, donde uno por ciento acapara alrededor de 28 por ciento del ingreso.

Como promedio regional, apunta el organismo especializado de la ONU, el coeficiente de Gini es mucho más alto que el de otras regiones del mundo, y el país menos desigual de la región es más de- sigual que cualquier nación no latinoamericana integrante de la OCDE.

Y un pilar institucional clave en que se plasma la cultura del privilegio, subraya, es el bajo efecto redistributivo de la fiscalidad. En América Latina y el Caribe persisten privilegios tributarios que se concretan en exenciones, evasión y bajo impuesto a la renta. Gran parte de la carga tributaria es indirecta y recae sobre el consumo, mientras el impuesto a la renta es inferior al que existe, en promedio, en los países de la OCDE. La carga tributaria promedio de la región es la mitad del promedio de un conjunto de 15 países de la Unión Europea, y esta diferencia se concentra en el gravamen a la renta personal. En la región, mientras el grueso de la carga tributaria proviene de impuestos al consumo y tiene un efecto regresivo, la tasa efectiva de carga tributaria en los ingresos del decil X (el más rico) alcanzó 4.8 por ciento en 2014, en contraste con un promedio de 21.3 por ciento en los países de la Unión Europea.

La Cepal lo explica así: El magro efecto redistributivo de la fiscalidad, ya sea por la composición y la carga tributarias, por la falta de fiscalización efectiva o por las regalías vigentes, forma parte de un sistema de privilegios en el que quienes tienen más no perciben el compromiso social de aportar al bien común por la vía fiscal. Esto refuerza la cultura del privilegio. Por el contrario, la responsabilidad fiscal ejercida desde la política y las instituciones públicas debería ir de la mano de un mayor sentido de responsabilidad social de los sectores de mayores ingresos de la sociedad. Un claro efecto redistributivo logrado mediante la fiscalidad, que pueda ser percibido como norma de la sociedad, no sólo es indispensable para promover más igualdad: es también una señal comunicativa y de formación de conciencia sobre la igualdad de derechos.

La elevada evasión fiscal es otra causa de la relativa escasez de ingresos tributarios y es una fuente importante de de- sigualdad en la región. De acuerdo con la información disponible más reciente, la tasa de evasión media del iva se sitúa en 27.8 por ciento, con diferencias entre los países. Por un lado, se encuentra Uruguay, con la tasa de evasión más baja de la región; luego, hay un grupo de países que exhiben niveles cercanos o superiores a 20 por ciento, pero inferiores a 30 (varios de América del Sur y México), y otro grupo que supera 30 por ciento (Centroamérica, Ecuador y Paraguay).

Las estimaciones de la evasión al impuesto sobre la renta son mucho más elevadas: el promedio de la región alcanza casi 50 por ciento. En un extremo están Costa Rica, Ecuador, Guatemala y República Dominicana (con tasas cercanas a 65 por ciento) y, en el otro, Brasil, Chile y México, con 28-31 por ciento).

Otro aspecto en que la cultura del privilegio cristaliza en las relaciones sociales son las rigideces de la movilidad social intergeneracional; la reproducción intergeneracional de la desigualdad sigue marcada por las brechas en materia de logros educacionales que, a su vez, se traducen en brechas en trayectorias ocupacionales y acceso a la protección social. Además, opera la segregación educativa como mecanismo de aislamiento social y diferenciación en redes de relaciones. Esto último refuerza la endogamia de clase en los sectores altos, lo que a su vez preserva y reproduce un sistema de patrimonios y privilegios que funciona cuando un grupo cautela sus filiaciones de origen.

Las rebanadas del pastel

Dice el energúmeno de la Casa Blanca que México y Canadá no quieren perder la gallina de los huevos de oro, en referencia al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, pero en realidad quien se niega es el grupúsculo de empresas beneficiarias del TLCAN, trasnacionales gringas muchas de ellas, con las automotrices a la cabeza.

Twitter: @cafevega