onald Trump dio un paso más en su tarea de enterrar todas y cada una las iniciativas de Barack Obama. Esta vez le tocó al acuerdo que Estados Unidos y siete naciones europeas firmaron con Irán en el cual este país se comprometió a suprimir su programa nuclear y la producción de misiles. El convenio se tejió durante más de una década a través de complejas y minuciosas negociaciones para satisfacer las exigencias de las naciones firmantes, y al mismo tiempo evitar poner contra la pared al gobierno reformista de Irán. Fue, además, una forma de superar las exigencias de las facciones más radicales que en esa nación se negaban a cualquier negociación con los que consideraban enemigos occidentales. Se logró así distender la tensión que durante años se generó en medio oriente por el temor a la producción de armamento nuclear que amenazaba con una guerra cuyas consecuencias serían catastróficas. Por añadidura, el acuerdo permitió que las facciones moderadas dentro del gobierno iraní ganaran terreno a las fuerzas ultra radicales que desde hace años han pugnado por una agresiva política en contra de otras naciones en esa región del mundo, incluida la promoción del terrorismo.
Con su consigna América primero
, Trump dio con la puerta en las narices al presidente francés Emmanuel Macron y a la canciller alemana Angela Merkel, que hicieron lo posible por evitar el rompimiento del acuerdo mediante sus buenos oficios con el huésped de la Casa Blanca. No fue posible, y ahora el último reducto para evitar que Irán reconstruya su arsenal nuclear será la Unión Europea, encabezada por Francia y Alemania, que tratarán de mantener vivo el convenio. Eso implica que los grupos más radicales en el gobierno de Irán iniciarán una ofensiva desestabilizadora que pondrá en riesgo el delicado equilibrio doméstico e internacional que tenían ganado.
Robert Malley y John Hughes, dos de los diplomáticos estadunidenses que durante el gobierno de Obama formaron parte del grupo que concretó el acuerdo, declararon que debido a las sanciones y el bloqueo económico que Trump impondrá, les será muy difícil a grandes corporaciones trasnacionales cumplir con los compromisos que habían firmado con el sector industrial y comercial iraní. Al sector financiero de esa nación le será sumamente difícil acceder al sistema bancario estadunidense. La luna de miel que duró 70 años llegó a su fin, según un editorial del diario El País, que incluye también una declaración de Merkel en la que advierte que Europa ya no puede confiar en Estados Unidos.
En un largo artículo en The New York Times, Susan Rice, ex embajadora de Estados Unidos en las Naciones Unidas, escribió que hasta ahora es la decisión más tonta que Trump ha tomado. Irán cumplía con sus compromisos al renunciar a 97 por ciento del uranio enriquecido y desmantelar sus instalaciones para enriquecer plutonio, y permitir el programa más intrusivo de revisión y vigilancia por parte de los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica de la ONU. Todo eso se perderá por la absurda decisión de Trump, con el pretexto de que el acuerdo era débil y no lo suficientemente riguroso. Se repite el error del Acuerdo de París sobre el cambio climático; la consecuencia es que Estados Unidos, de manera creciente, pierde credibilidad frente a sus aliados europeos, concluye Rice.
La pregunta que se hacen los analistas políticos estadunidenses y europeos es: ¿hasta dónde llegará Trump para borrar el legado de Obama y cumplir con las delirantes promesas que hizo a su base durante la campaña?