Congruencia con nuestra tradición
or fin llegó a la frontera con EU la caravana de centroamericanos que, huyendo de la violencia en sus países, inició la travesía hace 30 días aproximadamente. La semana pasada muchos de sus integrantes intentaron pedir asilo y aún no está claro cuántos lograrán su propósito. Por lo pronto, el gobierno estadunidense ha dado señales claras de no permitir que la mayoría de ellos llegue en calidad de refugiados políticos. Cuatrocientos de ellos estaban por decidir si iniciaban un largo y tortuoso trámite para lograr el asilo o permanecer en México para evitar ser deportados.
Lo que está claro es que puede ser el inicio de una oleada migratoria que ponga a prueba la capacidad de EU para respetar los derechos humanos y, por cierto, el nuestro para abrigar a los que aquella nación rechace. Sin llegar a los niveles críticos de las migraciones de los países de Medio Oriente, la violencia en países como El Salvador, Honduras y Guatemala pudiera producir un escenario no muy diferente al europeo en términos de derechos humanos.
En la reciente visita que el vicepresidente de EU, Mike Pence, y la secretaria de Seguridad Interior, Kirstjen Nielsen, realizaron a la frontera con México, reiteraron la negativa de su gobierno a recibir a la caravana de migrantes. Fue una señal del conflicto que se avecina. De persistir la negativa no está claro si muchos de los que participan en la caravana decidirían regresar a sus países o permanecer en el nuestro. De suceder esto último, muchos se convertirían automáticamente en refugiados en nuestra nación por la vía de los hechos y el reto será darles la respuesta humanitaria que Donald Trump les niega.
A contracorriente del reclamo de las autoridades mexicanas por el mal trato que se da a los mexicanos en EU, en el caso de los centroamericanos que cruzan México en ocasiones éste no ha sido menos pernicioso. No está claro cómo responderá México a la posibilidad de dar asilo formal a ésta y futuras oleadas de refugiados. Es una situación relativamente inédita que podría complicar las relaciones con EU y, desde luego, el prestigio de México, país comprometido con la defensa de los derechos humanos. Las declaraciones en favor de quienes llegan a Europa buscando refugio que dé seguridad a miles de familias que huyen de la violencia en sus países de origen podría ser prueba de la congruencia de ese compromiso.