a y los candidatos a la Presidencia de la República están obligados a debatir sobre un capítulo de importancia sustantiva, que es el de las relaciones de México con el mundo.
Por mis desempeños como cónsul general en Chicago y como embajador en Cuba me siento motivado a tocar el tema, y me propongo abordarlo aquí, en una serie de artículos para examinar los aspectos más relevantes de nuestros vínculos con los demás pueblos de la Tierra y con sus gobiernos.
El propósito explícito de este recuento es compartir con los lectores el tamaño de los retos, su importancia para la vida nacional y, desde luego, hacer reflexiones y llegar a concluir qué tipo de presidente requiere México para encarar con tino y con eficiencia los desafíos que plantea la arena internacional, para sobrepasarlos con capacidad, conocimiento, seriedad, responsabilidad y experiencia, pero también con innovación y con creatividad, en bien de nuestro país y de las buenas relaciones con el mundo.
La diplomacia es uno de los más extensos continentes de la gobernanza, y examinando prioridades encuentro que se debe fijar la atención en los siguientes temas de la agenda de las relaciones internacionales:
El cambio de mando, de estrategias y de interlocutores con Estados Unidos es un tema de la mayor importancia por razones obvias, tanto de vecindad, como de intercambio y de negocios, más aún porque la situación se ha tornado más difícil a partir de la presidencia del señor Donald Trump en EU, por sus actitudes bélicas e inamistosas para con nuestro país y con el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, por más saludos, conversaciones telefónicas y encuentros que hayan tenido. Se trata de una obligada recomposición de las prioridades con el poderoso vecino del norte, tomando en cuenta el abandono o el cambio de su esquema de orden internacional, la reversión de las políticas de libre comercio, y la expansión de las políticas públicas que lamentablemente han regresado al racismo, la discriminación, la xenofobia y la persecución de los trabajadores internacionales y de sus familias.
La oleada de cambios de mandos políticos en América Latina y el Caribe es otro gran tema. Asistimos al cambio más extenso de dirigentes y partidos en una alternancia simultánea que recorre todo el subcontinente y que ofrece ventanas de oportunidad inéditas para la presencia y la acción de lo que deberá ser la nueva diplomacia mexicana: siempre alerta, informada, pacifista, atenta, prudente, respetuosa, soberana, solidaria, activa, eficiente y visionaria.
La recomposición de los equilibrios geopolíticos en todo el orbe. Enmarcados aún en las ruinosas consecuencias de la crisis financiera y crediticia de 2008, el mundo, las potencias y los países emergentes reordenan sus alianzas políticas, económicas y militares, y México está obligado a conquistar un mejor espacio y un papel protagónico que lo ubique en el centro del poder que tomará las decisiones para los siguientes 20 o 30 años. Esto se espera de nosotros en la configuración de los nuevos liderazgos internacionales.
Las crisis de recursos naturales por venir; el cambio climático y sus consecuencias para la producción internacional de alimentos, la multiplicación de desastres naturales, la escasez de agua, la quiebra de las políticas de cooperación internacional y la crisis económica global cambian los ritmos de crecimiento económico y, al mismo tiempo, se restructuran los mercados internacionales en casi todos los campos, del energético al alimentario y al industrial de manufacturas, así como a los ámbitos laboral y financiero.
Además, se agudiza la crisis por las migraciones masivas inevitables generadas por los desequilibrios locales, al tiempo que se recompone el mercado laboral global, y se presentan situaciones extremas en la desigualdad del ingreso en todos los países.
Estos temas me propongo examinar a la luz de las posibilidades reales para que el próximo Presidente de la República y su gobierno puedan encararlos, con el liderazgo que se requiere para transformar las crisis en oportunidades.
En tal caso me pregunto:
¿Cuál es la formación académica y cuáles son las experiencias que debemos tener para tener el mejor ejercicio en política exterior? ¿Qué tipo de personalidad, qué carácter y qué ánimo deben reunirse en el próximo Presidente de la República, para la siguiente etapa de interacción de México con el mundo?
Es claro que no cualquier candidato o candidata, de los que actualmente participan en la contienda, pueda tener éxito ante los grandes retos presentes y futuros en materia de política exterior.
Con todo respeto expongo que en mi opinión el hombre más preparado en este y en otros campos para ocupar la máxima posición mexicana es el doctor José Antonio Meade Kuribreña.
Invito a los lectores para que, antes de votar, hagan comparaciones analíticas en cuanto a formación, capacidad, trayectoria profesional y desempeños. Verán que tengo razón en mi afirmación.