Cinco mujeres activistas pro-vida se paran frente a la última clínica de abortos de Misisipi, interceptando a los pacientes. Hay un bebé que te ama, predican; Jesús te ama, les gritan.

Las escenas, afuera del Centro de Salud Femenina de Jackson, ocurren repetidamente en ese estado, profundamente conservador y religioso, ubicado en el corazón del denominado Cinturón de la Biblia de Estados Unidos.

Tanto hombres como mujeres toman posiciones frente al edificio, intentando convencer a las mujeres para que no ejerzan su derecho al aborto, un obstáculo que ya es bastante alto debido a la inmensa presión social y económica en el estado más pobre de Estados Unidos, pues Misisipi está entre las siete entidades estadunidenses con un solo lugar donde las mujeres pueden solicitar un aborto.

La vida es preciosa, y creo que lo que se hace aquí está mal porque un bebé lo es en el momento de la concepción, dijo Rebekah, activista de 21 años, mientras un altavoz emite música a todo volumen.

Ella basa su postura en la religión: El Señor dice en la palabra que, antes de que los formara en el útero, los conoció, incluso antes de que nacieran.

Otra activista contra el aborto, Pam Miller, insta a las mujeres a reconsiderar sus opciones. Acompáñame y te llevaré al Centro de Opciones de Embarazo, dice a un paciente. “Tienen opciones hermosas que reafirman la vida.

No es demasiado tarde para cambiar de opinión, dice, tajante.

Las estadunidenses han podido buscar legalmente el aborto en todo su país desde la histórica decisión del Tribunal Supremo de 1973 de Roe vs. Wade.

Sin embargo, el derecho a las opciones reproductivas sigue siendo tenue, a medida que se debate sobre el tema, especialmente en estados conservadores como Misisipi que han introducido medidas que restringen el acceso a los servicios, creando así una prohibición para muchas mujeres.

El gobernador republicano local, Phil Bryant, promulgó una ley actualmente vinculada a la prohibición del aborto después de las 15 semanas de embarazo, muy por debajo del límite generalmente permitido en Estados Unidos, de entre 22 y 24 semanas.