Indocumentados deben recorrer rutas cada vez más peligrosas
Sábado 14 de abril de 2018, p. 14
Los principales beneficiados por los obstáculos que los gobiernos de México y Estados Unidos ponen a los indocumentados son los grupos de la delincuencia organizada, pues son ellos quienes explotan la vulnerabilidad de los trabajadores internacionales en rutas cada vez más peligrosas y los hacen blanco de extorsiones y agresiones de todo tipo, afirmó la hermana Magdalena Silva, coordinadora de la Casa de Acogida y Formación para Mujeres y Familias Migrantes (Cafemin).
Este albergue se dedica desde hace seis años a ayudar a esta población vulnerable. Ahí se permite a los migrantes quedarse por varios meses y se les imparten cursos de capacitación para el trabajo, como repostería, computación y costura. Ayer la primera ministra noruega, Erna Solberg, recorrió la amplia casa que ocupa el recinto en la colonia Vallejo, como parte de su visita oficial de dos días a México.
Antes de la llegada de la mandataria del país nórdico, la religiosa se dio tiempo de charlar con medios de comunicación sobre la manera en que ha cambiado el fenómeno migratorio en los años recientes, y cómo el albergue ha tenido que adaptarse ante dichas variaciones.
Aunque la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca hizo que miles de migrantes entraran en pánico ante el riesgo de ser deportados o no poder cruzar las fronteras de Estados Unidos, desde los dos periodos gubernamentales de Barack Obama se dieron cuenta de que llegar a ese país es cada vez más difícil.
Por ello, explicó Silva, México se ha vuelto un país de destino, no sólo de tránsito, para los migrantes, sobre todo de naciones centroamericanas. Esta situación ha generado cambios drásticos y no siempre positivos.
Quien está aprovechando esta situación es el crimen organizado. Son ellos quienes están haciendo su agosto, porque al recrudecerse las políticas migratorias, tanto de Estados Unidos como de México, se obliga a los migrantes a andar caminos más expuestos, más violentados. Las rutas conocidas eran las más peligrosas, y ahora las rutas no son tan conocidas
, señaló.
El saldo son historias de miles de mujeres y hombres que han sido víctimas de extorsión, asesinato o violación sexual, pero también es cada vez más frecuente que los trabajadores internacionales sin documentos se vean obligados a tomar los transportes que les ordenan los grupos criminales que controlan las rutas migratorias.
“Antes, para bien o para mal, se subían al tren (de carga conocido como La Bestia), pero ahora son los tráileres. Hay una red que opera últimamente, en la que están implicados policías y agentes del Instituto Nacional de Migración, cuyo modo de transportar a los migrantes son tráileres donde vienen 200 o 300 personas paradas, en travesías de 30 y tantas horas sin agua”, relató.
Uno de esos migrantes que salió huyendo de su país es Josy, originario de Guatemala. En el patio de Cafemin ve pasar las horas mientras ordena y desordena un mazo de naipes que tiene en las manos. Con frases cortas y directas, cuenta que llegó a México hace unas semanas para evitar que lo agrediera un grupo de hombres que asesinó a su tío y que intentó matarlo a él también para evitar que testificara en un juicio.
“La decisión es huir por la vida de uno. El camino es realmente difícil y ni siquiera a mi peor enemigo se lo deseo, porque es muy duro. Vi a tres migrantes morir: dos cuando se cayeron del tren y a otro por tener tatuajes de mara (pandillero)” en la cabeza, recuerda.
A pesar de lo mucho que extraña a su hijo de cinco años, Josy tiene claro que no puede volver a Guatemala. La primera opción es llegar a Estados Unidos, donde tiene familiares, o quedarse en México, pero no regresar.