Matias Romero, Oax.

Caterine, migrante originaria de San Pedro Sula, Honduras, viaja sola y su mayor deseo es llegar a Estados Unidos porque en su nación, donde tuvo que dejar a sus dos hijos, hay mucha violencia y falta de empleo.

La mujer de tez morena clara y complexión delgada es integrante del Viacrucis Migrante, cuya caravana ingresó a Oaxaca proveniente de Chiapas la semana pasada. De 30 años, busca mejorar las condiciones de sus dos hijos.

Cumplió una semana fuera de su hogar; quiere pedir asilo político en el país vecino del norte, porque tampoco quiere vivir en México, pues ha sufrido discriminación y violencia a su paso.

A Caterine le duelen las condiciones sociales y políticas que enfrenta Honduras, donde el ejército ocupó las calles y eso, dice, aumenta la violencia, al igual que el pandillerismo.

Allá trabajaba en una tienda de ropas, pero me uní al viacrucis. La mayoría de los que aquí estamos venimos de Honduras; allá ya no es vida, hay mucha violencia, no pude traer a mis dos hijos, pero les prometí volver, dijo.

Caterine expresa que el problema migratorio se ha originado por la violencia, por lo que pidió a sus paisanos a escala mundial que los ayuden.

“No salimos por gusto y los que vamos en este viacrucis –más de 600 migrantes de origen hondureño– vamos con niños, varios enfermos de gripe, padecen el frío, el calor; alimentos, gracias a Dios, hemos tenido, también el apoyo de gente solidaria que nos da una moneda, una comida y agua; pero es difícil el camino”, expresó.

Ser migrante para Caterine implica mucha discriminación. Cuando caminamos en las calles de los pueblos a veces ya no nos creen, consideran que salimos porque queremos, pero no saben que en mi caso deje a mis dos hijos y sufro, pero no hay de otra, vamos por mejorar nuestra vida, añadió y siguió su camino.