Joaquín
rasil, 1792. Joaquim José da Silva Xavier, alias Tiradentes (sacamuelas
), figura prominente del movimiento de independencia de Brasil frente a la corona portuguesa, es presentado en Joaquín (Joaquim, 2017), quinto largometraje de ficción de Marcelo Gomes, como un ser despojado de toda su aureola de heroísmo, tan permeable como cualquier otro criollo de aquella época a las tentaciones de la corrupción y del oportunismo. Ese punto de vista del realizador y guionista, es lo que confiere a la cinta una originalidad narrativa apartándola de biografías convencionales y reverenciosas, volcadas a la construcción de un mito, como la que en 1999 propuso Oswaldo Caldeira en su película Tiradentes.
Desde su primera escena, el filme de Gomes muestra, con crudeza, su intención desmistificadora. En el centro de una plaza, de frente a una iglesia, la cabeza de Tiradentes reposa sobre un poste de madera como la de un forajido humillado. Su cuerpo ha sido torturado y descuartizado para escarmiento e intimidación de una población de criollos, negros y mestizos que pudiera aún sublevarse contra la empresa colonialista. Lo que sigue es el relato de las primeras andanzas del criollo Tiradentes (Julio Machado), odontólogo y militar, alférez y comerciante, servidor muy fiel del imperio y sus accidentadas escaramuzas en la persecución de los traficantes de oro, también su amorío apasionado con la esclava Preta (Isabél Zuua), cuya posesión completa intenta obtener comprándola a sus amos, y su tránsito de la lealtad a la corona al combate por la independencia. Al centrarse en el lado humano del personaje histórico, combinando realidad y ficción azarosamente, la cinta exhibe los rasgos fatuos y un tanto narcisistas de Tiradentes, su orgullo personal que se siente mucho más gratificado por el respeto que inspira entre los combatientes por la independencia que por la desatención o indiferencia que recibe del imperio. Su gesta heroica se ve así marcada por el resentimiento, algo que no deja de señalar con perspicacia el cauce narrativo de la cinta.
El director brasileño Marcelo Gomes (Viajo porque preciso, vuelvo porque te amo; 2009; El hombre de las multitudes, 2013) incursiona en este cine de época de manera novedosa, desentendiéndose del relato estrictamente épico, y explorando a través de la personalidad compleja de Tiradentes, las persistentes contradicciones culturales en el mosaico cultural que ha sido Brasil desde la época colonial hasta nuestros días. Como combatiente independentista, el protagonista no comparte la vocación racista de muchos de sus connacionales criollos, pero sí la voluntad de colocar siempre su interés personal por encima de sus pretendidos ideales nobles, nunca del todo convincentes. El actor Julio Machado consigue expresar muy bien esas veleidades morales y ese continuo acomodo suyo con la corrupción de su entorno. A este personaje histórico, tan reverenciado como denostado a lo largo de la historia, se le considera hoy patrón cívico de Brasil y la fecha de su muerte es un día festivo.
Sala 2 de la Cineteca Nacional: 12:15 y 18 horas.
Twitter: @Carlos.Bonfil1