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La ocupación anárquica de la franja costera de México
V

arios centros de investigación de Europa, Canadá y Estados Unidos han publicado informes en los que se muestra cómo durante los 100 años pasados el nivel del mar aumentó entre 10 y 20 centímetros. Y en lo que va de este siglo, unos tres milímetros cada año. Al igual que las agencias internacionales que estudian el cambio climático, ese aumento lo atribuyen a la creciente e irracional utilización de combustibles fósiles y otras actividades naturales y humanas, responsables de emitir enormes cantidades de gases que atrapan el calor dentro de la atmósfera. Tales emisiones ocasionan el aumento de la temperatura de la Tierra. A su vez, los océanos absorben alrededor de 80 por ciento de ella. Mientras se eleva la temperatura de los océanos, existe un progresivo derretimiento de Groenlandia, la Antártida, los glaciares y los casquetes polares por el aumento de la temperatura global. El agua que ocasiona la desaparición de esas grandes formaciones de hielo va a los océanos.

El crecimiento milimétrico del mar cada año causa la erosión de la franja costera donde se encuentran asentamientos humanos del más diverso tamaño, daños a la infraestructura pública y a la agricultura y demás actividades económicas, la pérdida de los humedales (muy importantes como hábitat de numerosas especies) y la salinización de los mantos freáticos, entre otros efectos nocivos.

Como todo indica que será imposible detener el aumento del nivel del mar, muchos países toman medidas para proteger sus litorales. En México sucede lo contrario. Por ejemplo, en la costa de Nayarit, que en los tres lustros recientes registra un acelerado proceso de trasformación por la infraestructura hotelera y servicios conexos, con el fin de convertirla en un polo de atracción turística de lujo. Es lo que se conoce oficialmente como Riviera Nayarit y se extiende a partir de Puerto Vallarta. Comprende asentamientos humanos como Bahía de Banderas, Rincón de Guayabitos, Compostela y San Blas. Pero esa transformación se ha realizado en ocasiones despojando de sus tierras a los ejidatarios, sin cuidar el medio ambiente (esteros, marismas, lagunas) y privatizando las playas más bellas. Alejados del lujo, se levantan los sitios donde viven quienes trabajan en el exclusivo polo turístico.

Y en vez de considerar que el nivel del mar aumenta, se permite construir hoteles y torres de departamentos a pie de playa. El ex gobernador Ney González (2005-2011), impulsor de esa transformación que prometió sería ambientalmente ordenada, aseguró que sus paisanos ya no tendrían que viajar a Estados Unidos para ganar dólares, pues los obtendrían en las costas de la entidad. Sólo hay que aprender a hablar inglés, dijo. La realidad muestra que los principales centros turísticos de la costa nayarita presentan graves problemas de contaminación, crecimiento caótico, carencia de servicios básicos, invasión de arroyos por asentamientos irregulares, alteración del hábitat de especies de flora y fauna (algunas de ellas protegidas por ley), tiraderos de basura a cielo abierto, contaminación del agua por descargas de aguas residuales y falta de drenaje.

El gobierno federal presume su Agenda 21 en pro del crecimiento sostenible, pero en Nayarit está ausente. Igual en la isla de Holbox, como hemos señalado aquí tantas veces. A pesar de ser parte de una reserva natural, los problemas por el crecimiento sin planeación alguna crecen día a día en lo que fue un sitio paradisiaco. A estos dos ejemplos se suma la carencia de una política para prevenir los daños que ocasiona el aumento del nivel del mar en los más de 11 mil kilómetros costeros que posee México y donde se ubican lo mismo puertos, asentamientos humanos, polos turísticos y diversas actividades económicas. Ni una sola estrategia de mitigación para evitar lo peor. Sigue la ocupación anárquica de la franja litoral. Tendremos en unas cuantas décadas refugiados climáticos, porque los territorios donde hoy viven y trabajan millones de personas serán cubiertos por las aguas marinas. Ese es el México que nos espera por la ineptitud de quienes gobiernan el país y hacen sus leyes y la pasividad ciudadana.