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Las herederas, guiño paraguayo al certamen
corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 17 de febrero de 2018, p. 5

Berlín.

Marcelo Martinessi (Asunción 1973), realizador paraguayo, reconoce con un dejo de tristeza, aunque nunca conformista, cuán invisible es su país en el mundo del cine; de ahí, que competir con otros 18 filmes por el Oso de Oro en uno de los festivales de cine más importantes en Europa Las herederas, su primer largometraje, no sea sólo un intento de visibilidad, sino también de presentar un retrato de aquellos miembros de la sociedad que se resisten a seguir los mismos modelos del Paraguay de hace 50 años.

La invisibilidad de este país sudamericano que el realizador trae a cuenta, se ve reflejada en un sentido aún más amplio, aunque refleja la importancia de que Martinessi haya dado voz a una generación marcada por los 34 años de dictadura de Alfredo Stroessner, el gobierno autoritario más largo en la historia del país, que concluyó en 1989 con un golpe de Estado.

Las herederas retrata a dos mujeres tal vez mayores de 60 años, de un estrato social alto que viven desde hace 30 años en la casa heredada por una de ellas, Chela (Ana Brun), una mujer reservada, tímida con el atributo de los ojos azules, tan envidiados en las sociedades latinoamericanas. 

Magnífica actuación de una actriz paraguaya que se estrena con esta su primera cinta y que Berlín hoy ya la posiciona como fuerte candidata al Oso por mejor actuación femenina.

Su padre la llamaba Puppe, muñeca en alemán, un acertado guiño al festival berlinés de parte de Martinessi.

Chiquita (Margarita Irun,) su compañera de vida y que evidentemente es la parte dominante de la relación, extrovertida y segura, es encarcelada por fraude.

Hay que vender muebles heredados de sus padres, vajilla de porcelana, cubiertos de plata, etc. y aunque las reservas deben alcanzar para el pago de la servidumbre, la figura femenina también es indispensable en el mundo latinoamericano de ese estrato social.

Ante el desamparo económico y emocional, el personaje de Chela se ve obligado a recurrir a recursos desconocidos para afrontar la nueva realidad, como conducir su antiguo Mercedes, ofreciendo servicios de taxi a conocidas de su barrio.

La incursión de un tercer personaje femenino, la atractiva Angy (Ana Ivanova), es el detonante para que aquella mujer tímida y reservada remueva estructuras que parecían hasta antes impensables.

Martinessi no perdió oportunidad de hacer manifiesto que su trabajo retrata a la sociedad paraguaya que sigue anclada a los modelos de hace 50 años.

En Paraguay nos seguimos sintiendo como en una gran prisión, después de lo ocurrido en 2012, cuando se destituyó al presidente, por una mayoría conservadora; sentimos que la sociedad parecía querer seguir como hace 50 años