Ha escuchado muchas opiniones severas: que tuvo un récord mediocre, que no es buena boxeadora, que su éxito podía ser efímero. En cada pelea, su adversaria es favorita. Enunciados que de alguna manera han minado la confianza y autoestima de Lupita Martínez. Hasta que la gente a su alrededor la aterriza en la realidad, donde ella es la campeona mundial supermosca del Consejo Mundial de Boxeo; título defendido con valor en dos ocasiones. La más reciente el sábado 3 de febrero de 2018.

La reciente defensa exitosa no dejó de representar una prueba candente. Tuvo que vencer a Irma García, peleadora que en cierta medida la intimidaba por el apoyo desbordado de la Policía Federal a cuyas filas pertenece y porque en el pasado tuvo un cinturón de campeona mundial.

Veía a Irma con su trayectoria intacta, con todo ese apoyo y que la veían favorita, cuenta Lupita con la timidez de quien se siente sobrepasada por los halagos; como que no termino de creérmela, pero entonces vienen las sacudidas de mi mamá, mis hijos y mi entrenador.

Por eso, apenas sonó la campana Lupita se soltó las amarras y se fue encima de Irma, sin tregua, insistente y con rabia.

Tal vez no soy la mejor boxeadora, sigo aprendiendo, pero cuando empiezo a pelear me aferro a lo que ya conseguí, dice con resolución; no peleo tanto por esa vanidad de muchos boxeadores, sino pienso que estoy defendiendo el patrimonio de mis hijos y entonces nadie me para.

Al final del duelo contra Irma le refrendaron su campeonato mundial. En ese momento, breve, fue consciente del papel que representa. Pero al bajar dice que deja de ser una boxeadora con un título.