Lo acusan de corrupción, al igual que a otros tres altos mandos de la república rusa
Miércoles 7 de febrero de 2018, p. 25
Moscú.
Con un golpe de efecto sin precedente –el simultáneo encarcelamiento por imputaciones de corrupción del primer ministro, de dos viceprimeros ministros y del titular de la cartera de Educación y Ciencia de Daguestán, república norcaucásica que forma parte de Rusia–, el Kremlin intentó este martes, en tiempos previos a los comicios presidenciales, a mes y medio de la cita en las urnas, alcanzar un doble objetivo.
Por un lado, dar la impresión de que no va a permitir que nadie se enriquezca a costa de empobrecer a la población y, por el otro, mandar el mensaje de que ya no será tan fácil robar los subsidios, fuente esencial de los presupuestos en las entidades federales más rezagadas –y para otros, simplemente parasitarias– de Rusia.
Una corte moscovita, donde los presuntos culpables comparecieron tras ser trasladados en vuelos especiales por fuerzas de seguridad rusas, autorizó este martes mantener en prisión preventiva a Abdusalam Gamidov, primer ministro Shamil Isayev y Rayudin Yusufov, viceprimeros ministros, así como a Shajabas Shajov, ministro de Educación y Ciencia de Daguestán, acusados de apropiarse de decenas de millones de rublos del presupuesto para política social que nunca llegaron a sus destinatarios: los sectores más necesitados de la sociedad daguestaní.
Días antes, como primer aviso de un inminente recambio en la cúpula del poder de Daguestán, cayó en desgracia el alcalde de Majachkalá, Musa Musayev, figura prominente del mismo clan gobernante que se pensaba intocable.
Nada que objetar, si fuera una nueva –y necesaria– política del Estado ruso para acabar con los excesos de los gobernantes en el Cáucaso del Norte y su habitual enriquecimiento inexplicable, pero hasta el momento las autoridades federales no han dado señales de querer extender a las demás repúblicas vecinas, Chechenia en primer término, medidas que pudieran poner fin a los males y vicios que ahora se atribuyen tan sólo a Daguestán.
Por lo pronto, como sucedió en tiempos de los zares con los militares impuestos como gobernadores en el Cáucaso del norte, el Kremlin nombró en octubre anterior como nuevo presidente de Daguestán a un emisario de los servicios de seguridad de Rusia, el general Vladimir Vasiliev, con la misión de acabar con los privilegios de los clanes locales, que durante decenios se repartían los flujos de dinero llegados desde Moscú.
Y como Daguestán es el que más subsidios recibía –la mayor parte, desde Tatarstán, república también musulmana–, Moscú quiere que Artiom Zdunov, ex ministro de Economía tártaro, sea nombrado jefe del gobierno daguestaní, en una jugada inusual que rompe los equilibrios de los clanes daguestaníes que aspiraban a mantenerse a flote.
Movidas por el Kremlin las piezas sobre el tablero, quitadas las figuras principales que habían colocado otros jugadores, habrá que ver cómo acaba esta partida.