La vergüenza no dejaba salir de casa a Ibeth Roca Zamora. Después de cuatro años como campeona mundial mosca del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), en abril de 2017 perdió el cinturón de manera sorpresiva. En el boxeo, las derrotas son crudas y contundentes, hay una dosis de humillación y desastre, quien sufre una derrota suele terminar lastimado o postrado en la lona.

Ibeth no se perdonaba que hubiera perdido. Trataba, sin éxito, entender qué era lo que había hecho mal. Reponerse después de aquella frustración le llevó varios meses y paciencia para volver a tener una oportunidad de título mundial.

La oferta llegó hace un par de semanas, cuando el CMB la designó retadora oficial de Yéssica Chávez, campeona mundial mosca, combinación picante, pues ambas tienen años de rivalidad genuina y han peleado un par de ocasiones; en ambos combates venció la Roca.

Este martes, la Kika hizo oficial que dejaría vacante su título por maternidad. El CMB la designó campeona en receso y reiteró que la Roca será la contendiente al campeonato del mundo.

“Tenía demasiadas ganas de pelear otra vez con Kika, estaba en su mejor momento”, confie-sa Zamora; tenemos una rivalidad verdadera, espero que ocurra más adelante.

A manera de despedida, la Kika dejó una advertencia mordaz para la futura campeona mientras ella atiende su proceso de maternidad. No olviden que me voy como la mejor del mundo, sentenció la Kika; el título sólo se los presto, porque cuando regrese lo quiero de vuelta.

La declaración más de rutina que verdadera afrenta dio en el blanco de la Roca, quien se sintió aludida.

No acostumbro responder declaraciones agresivas, dijo la Roca; ella puede decir que prestará el cinturón y que le pertenece, pero que quede asentado para que cuando regrese lo sostenga, porque a la hora de la presión, cuando estás intercambiando golpes sobre el cuadrilátero, ahí las palabras quedan en el aire. Son nada. Ahora tengo más ganas de que esa pelea ocurra.

Perder el título el año pasado le dio una nueva perspectiva a la Roca. Pensaba conquistar el cinturón diamante ese año y retirarse. Así lo tenía establecido y no titubeaba. Cuando fue despojada nacieron nuevos bríos y una nueva ambición.

Cuando entrenaba como amateur en el Centro Ceremonial Otomí veía correr a Julio César Chávez, a Érik Morales, peleadores que no sólo habían conquistado un título, sino que escalaron divisiones, vencían a uno tras otro para convertirse en los mejores de su época. Yo decidí que quiero lo mismo.

Ibeth, sin embargo, no deja de sentir empatía por la condición de las mujeres en el boxeo. A pe-sar de la rivalidad con Kika, conoce todo el esfuerzo que ha inver-tido y lo que luchó por tener el campeonato. Entonces predomina su sentimiento de solidaridad.

Las mujeres en el boxeo de pronto deben enfrentarse a una decisión vital: o apuestan todo por su carrera profesional o hacen pausa para atender su vida personal, explica la Roca; los hombres pueden ser padres y continuar sus carreras, nosotras tenemos que interrumpir al menos un par de años y es muy duro retomar una carrera de boxeo tras la maternidad.