Porto Alegre.

Lo único que me sacará de las calles de este país será el día de mi muerte, proclamó el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) ante decenas de miles de seguidores concentrados aquí, en la capital del estado Río Grande do Sul, en el sur de Brasil, un día antes de que se le confirme o anule la sentencia a nueve años y medio de prisión a la que fue condenado en julio de 2017, en el primero de seis juicios que enfrenta por supuesta corrupción.

Entre vítores y aplausos, el ex líder sindical, de 72 años, continuó: Hasta ese momento lucharé por una sociedad más justa. Cualquiera sea el resultado del juicio, seguiré luchando por la dignidad del pueblo.

En el acto estuvo flanqueado por la ex presidenta Dilma Rousseff (2011-2016), destituida luego de un golpe de Estado parlamentario, así como por líderes del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT).

Lula, guerrero del pueblo brasileño, gritó la multitud, en su mayoría miembros del PT, del Movimiento de los Sin Tierra y de otros grupos sociales.

De acuerdo con la policía, unas 40 mil personas asistieron al mitin, pero agencias de prensa internacionales y organizadores estimaron que 70 mil simpatizantes acudieron a brindar su apoyo al dirigente.

Tengo la tranquilidad de los inocentes, de los que no cometieron ningún crimen. ¿Ellos tienen miedo de que regrese? Tienen miedo por las cosas buenas que hicimos, afirmó el también ex líder metalúrgico al defender su candidatura para los comicios presidenciales de octubre, en los que parte como favorito, según todas las encuestas.

El Tribunal Regional Federal de la Cuarta Región de Porto Alegre debe dar su fallo este miércoles a una apelación de la sentencia del juez Sergio Moro, un declarado opositor al ex mandatario, quien en julio del año pasado sentenció a Lula.

La acusación, sin pruebas, refiere que el ex presidente supuestamente recibió un departamento ubicado en el balneario paulista de Guarujá, a cambio de beneficios en contratos para la constructora OAS con la estatal Petrobras.

A pesar de que Lula verá la decisión sobre su sentencia desde Sao Paulo, las autoridades de Porto Alegre desplegarán desde las primeras horas de este miércoles un intenso patrullaje aéreo, terrestre y marítimo, y aplicarán restricciones a desplazamientos, ante el anuncio de múltiples manifestaciones organizadas por grupos partidarios y opositores a Lula, lo que podría desencadenar enfrentamientos.

Por la mañana, Rousseff aseguró, durante un acto con mujeres, que este juicio es parte de una serie de etapas para dar continuidad al golpe de Estado que la retiró del gobierno en agosto de 2016. Argumentó que la primera fue su destitución por acusaciones de manipular cuentas públicas, la segunda consistió en los ajustes económicos hechos por el gobierno de Michel Temer y la tercera apuntaría a destruir al PT, y sobre todo a nuestro líder, Luiz Inácio Lula da Silva.

Rousseff también lamentó las irregularidades que presenta el proceso judicial por su falta de pruebas y señaló a Temer como ejemplo de uno de tantos políticos claramente culpables en casos de corrupción que gozan de impunidad.

Los abogados del acusado solicitaron que, en caso de ratificarse la sentencia, su cliente no sea detenido inmediatamente y aclararon que la decisión la apelarán ante tribunales superiores. Existen varios escenarios que dependen de los tres jueces del tribunal: una condena por unanimidad, por mayoría, o la absolución.

En materia electoral, una condena por corrupción impediría a Lula ser candidato a cualquier puesto de elección, según la legislación brasileña. Pero aun condenado, el ex presidente podría llegar a presentar su candidatura para los próximos comicios, al amparo de medidas cautelares emitidas por tribunales superiores.