Sector industrial: recesión
¿Solidez, potencia y rumbo?
SRE: gimnasia vs magnesia
ice el inquilino de Los Pinos que la economía mexicana tiene solidez, potencia y rumbo, algo así como el navío de gran calado
presumido por Vicente Fox y Felipe Calderón, con todo y que sus respectivos balances en la materia resultaron igual de raquíticos que los del (segundo) sexenio del empleo
.
Con el ranchero del cambio
la tasa anual promedio de crecimiento
económico fue de 2.3 por ciento; el otro “presidente –fallido– del empleo” a duras penas alcanzó 1.9 por ciento, y con el actual inquilino de Los Pinos milagrosamente llegaría a 2 por ciento, con ganas de empeorar. Así, en 35 años de neoliberalismo, Miguel de la Madrid (que reportó una media de 0.34 por ciento) mantiene la medalla de oro, EPN se lleva la de plata y Calderón la de bronce.
Pero lo que esa tercia hizo igual, y sus predecesores neoliberales también, fue aplicar la misma fórmula para hundir al sector industrial mexicano, el cual, como lo advierte el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico en su más reciente análisis –del que se toman los siguientes pasajes–, se encuentra en recesión
.
La información estadística documenta lo anterior, aunque la situación no puede generalizarse, ya que uno de sus componentes (manufacturas) muestra un comportamiento positivo, aunque con claros indicios de desaceleración.
Aun así, la minería se encuentra en depresión, al contabilizar 43 caídas en los pasados 44 meses y 21 en forma consecutiva; la construcción registra 10 datos negativos de los pasados 12, principalmente por lo que sucede en obras de ingeniería civil; generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas mantienen una volátil evolución positiva; manufacturas registra datos positivos, pero en franca desaceleración.
Si bien lo anterior es por sí mismo un aspecto que debe tomarse en consideración, también hay que agregar que en la parte estructural tanto los ciclos industriales como de manufacturas de Estados Unidos y México se están desligando. La relevancia de esto último radica en que ello no ocurrió por una estrategia de política industrial de México encaminada a fortalecer el desempeño endógeno de la industria nacional o por una diversificación del comercio internacional de manufacturas, sino que en realidad es causada por un proceso de sustitución de productos hechos en México por parte de lo hecho en China y por el debilitamiento de los encadenamientos productivos en América del Norte.
Además, el crecimiento industrial es el menor registrado en los recientes sexenios sin la existencia de una crisis, sólo una décima por encima de la administración anterior, cuando se dio la recesión de 2008. Dicha situación no es algo menor; la evidencia permite entender por qué México ha exhibido un bajo crecimiento a pesar de que su principal socio comercial lo hace de forma vigorosa (durante los pasados trimestres su PIB se elevó por arriba de 3 por ciento, en tanto que el de México se encuentra por abajo de 2 por ciento y su tendencia no permite inferir que podrá superarlo en el corto plazo).
Desde 1986 (con Miguel de la Madrid), y particularmente después de las crisis de 1995 (con Ernesto Zedillo), el ciclo económico de México se asoció al de Estados Unidos. Ello fue atribuible a la apertura comercial y a las inversiones realizadas en el sector de las manufacturas, gracias a lo cual se convirtió en la columna vertebral que sincronizó el desempeño industrial de ambas naciones. La vinculación se generó mediante el sector automotriz, de maquinaria y equipo mecánico, eléctrico, electrónico, de computación, la industria química y la siderúrgica. En su mejor momento la correlación entre los ciclos de manufacturas de México y Estados Unidos superó 90 por ciento.
El reporte de actividad industrial de noviembre pasado, divulgado por el Inegi, permite observar que esa sincronía se ha roto: desde 2012 la correlación es sólo de 0.68 para las manufacturas y 0.20 para la industria de ambos países. Adicionalmente, desde 2017 los ciclos industrial y el de manufacturas tienen una evolución divergente. Estados Unidos reporta un incremento vigoroso en su ciclo, pero México exhibe una marcada desaceleración.
El proceso de desindustrialización del país se evidencia en la menor evolución de la variación anual promedio registrada en los recientes sexenios. En lo que va de la presente administración el crecimiento promedio industrial ha sido de 0.6 por ciento, una proporción cercana a la alcanzada en el sexenio previo, pero el escaso crecimiento industrial se da un contexto sin crisis económica.
De los sectores industriales resalta que, aun con reformas estructurales
, tanto el sector de la minería como el de energía eléctrica, agua y gas mostraron una menor dinámica. La reforma energética no blindó al sector petrolero y de extracción de gas de la recesión en que se encuentra. En el primer caso se profundizó la pérdida de capacidad productiva, ya que aun cuando el sector de la minería evidenció una pérdida de 1.8 por ciento en promedio anual durante la administración calderonista, en la de Peña Nieto la caída promedio es de 4 por ciento, hasta el momento.
México requiere un programa de recuperación y reactivación de la industria para sortear los desafíos que impone la mayor competencia global; de lo contrario, profundizará los rezagos productivos y de valor agregado que han limitado un mejor entorno social y económico para su población.
Las rebanadas del pastel
Mientras algunos se financian con el oro de Moscú
para aterrizar sus malévolos planes, la Secretaría de Relaciones Exteriores reitera, entre tuitazo y tuitazo de Trump, que nuestro país no pagará, de ninguna manera y bajo ninguna circunstancia, un muro o barrera física que se construya en territorio estadunidense a lo largo de la frontera con México. Esta determinación no es parte de una estrategia negociadora mexicana, sino un principio de soberanía y dignidad nacional
. Bien, pero quién sabe porque hay muchas formas de sacar el dinero. El jefe de gabinete del salvaje de la Casa Blanca, John Kelly, asegura que los recursos para la construcción de tal muro no vendrán directamente del gobierno mexicano
, pero advierte que de una u otra forma
el gobierno estadunidense los obtendrá de los mexicanos. ¿Cómo? Por ejemplo, dijo, mediante el cobro por la emisión de visas, la renegociación del TLCAN
y muchas otras vías más. Y todo indica que la cancillería sólo entendió la frase no vendrán directamente del gobierno
. Entonces, favor de no confundir gimnasia con magnesia.
Twitter: @cafevega