El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, ahora Secretaría de Cultura, y el país entero le deben el Premio Nacional de Ciencias y Artes al pintor y escultor de factura expresionista Philip F. Bragar (1925-2017), asegura su hijo Víctor con motivo del fallecimiento de su progenitor el sábado pasado en su domicilio a las 9 de la mañana de un paro cardiaco. El pasado 10 de mayo cumplió 92 años. Neoyorquino de origen, radicaba en México desde 1954.

De acuerdo con Víctor Philip Bragar, su padre dejó proyectos pendientes, ya que preparaba varias exposiciones para 2018, a la vez que tenía organizados talleres de dibujo particulares y grupales. También impartía clases de pintura. Recuerda que en 2015 fue profesor invitado en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, donde estudió.

En septiembre pasado, don Philip fue una víctima más del terremoto del día 19, que dañó seriamente su departamento: Pasamos casi dos meses fuera de él y falta reconstruirlo. Aun así, después de todo siempre se echó para adelante, muy animoso. Se portó como superhéroe durante los meses terribles de estos sustos para toda la Ciudad de México.

Don Philip participó con una instalación en la gran exposición de ofrendas de Día de Muertos que Aldo Flores y el Salón des Aztecas organizaron el pasado 2 de noviembre en la explanada e interior del Museo del Tequila, en Plaza Garibaldi. Ofrendó escombro de su casa.

Encendía una chispa de admiración

Según Lourdes Martínez Villicaña, quien cuidó varios años a Bragar, su suegro se lleva en su espíritu prendidas las antorchas de la amistad de todas sus colegas, amigos, alumnos, conciudadanos, con los que en algún momento departió. Siempre supo encender esa chispa de admiración por sus acciones. Siempre que hubo necesidad extendió la mano para dar conocimiento, ayuda y fortaleza.

En la funeraria de las calles de Colima había arreglos florales de la Secretaría de Cultura y del Instituto Nacional de Bellas Artes. También varios cuadros del artista fallecido.

Aldo Flores, director fundador del Salón des Aztecas, quien en tiempos recientes se encargó de promover la obra del artista neoyorquino, relató: “Mi más grande anécdota de Phil es cuando se inició el Salón des Aztecas en 1988. Ya conocía su obra, sin embargo de repente se paró en la entrada del lugar y dijo: ¿quién manda aquí? Yo. ¿Quién eres? Soy Aldo Flores. Esto me recuerda mucho a Nueva York. “Sí, vivo en Nueva York y mi idea es hacer en México esta parte underground dedicada a los jóvenes. Quiero mi individual inmediatamente”.

Hicimos la exposición sobre Kafka, sobre el lenguaje de las manos, que él había presentado en la Librería Nacional de Nueva York. Para mí fue una de las cosas más grandes que ha hecho el Salón des Aztecas. Nos volvimos amigos con el tiempo. Fue un innovador, un revolucionario. Su creación de los vientos interiores (cuadros de diferentes colores que hablan sobre estas manifestaciones internas) es única, comparable con las series azul o rosa de Picasso.

Para Flores el artista está al mismo nivel del malagueño, de Kooning, Motherwell, Baselitz, Mondrian, Manet y Cezanne.

Bragar escribió alguna vez: Nací en la ciudad de Nueva York en 1925. Veintinueve años más tarde tomé la decisión irrevocable de ser artista. Subí a un camión en Nueva York y bajé en la Ciudad de México. En los siguientes cinco años mi único interés era mi trabajo. Dibujé y pinté horas y horas cada día. Tuve mi primera exposición en 1960 en la Ciudad de México. Me he concentrado en el trabajo de grabado en madera, acuarela y pintura al óleo.

En 2015, con motivo de su nonagésimo aniversario, don Philip recibió un reconocimiento por su trayectoria de parte del Instituto Nacional de Bellas Artes. Fue miembro del Sistema Nacional de Creadores en tres ocasiones.