L
a expansión de la presencia militar de Estados Unidos (EU) en la región busca, además de intimidar los procesos políticos de transformación en la región, posicionar su fuerza militar en áreas estratégicas de gran riqueza natural, como la biodiversidad de la región amazónica y el petróleo que se encuentra en aguas profundas del Atlántico Sur. Se trata de un ataque real contra la paz, la seguridad y la soberanía de todos los países de la región
. Así sintetizó la Campaña América Latina y el Caribe: una región de Paz
, el encuadre estratégico que afronta nuestra América, que incluye la exigencia de fuera las bases militares extranjeras
. Esta certera síntesis y advertencia se conoció poco antes del arribo de los regresivos regímenes de Mauricio Macri en Argentina (10/12/15) y Michel Temer en Brasil (31/8/16).
Ambos retrocesos en las principales economías de América del Sur (excepto la Venezuela Bolivariana bajo acoso imperial), son intervenidos por EU desde el Departamento del Tesoro que incide en el manejo cotidiano de sus economías –igual que en México– dentro de parámetros macroeconómicos exigidos para acceder a cualquier línea de crédito. Esto se realiza por medio del FMI-Banco Mundial (BM)-BID, entes estatales de mercado
, dedicados a abrir a los monopolios privados de EU y sus socios, las grandes empresas públicas, los recursos naturales y vastas áreas de Latinoamérica. Las oligarquías locales coparticipan en el saqueo, desregulan y privatizan los principales ejes de acumulación (como en México) junto a una ofensiva contra el salario, la inversión pública productiva, el empleo y los sindicatos recortando con gusto sádico los programas de vivienda, educación y salud, para luego hacer depósitos en paraísos fiscales, hasta donde aguante la gente.
El despojo persistió bajo formas neoextractivistas a pesar del respiro a la guerra de clase que pasa por neoliberalismo
que se dio con gobiernos de izquierda. Ahora Macri y Temer agreden a rienda suelta a trabajadores y a clase media. La contención salarial y la liberalización de los precios con mega aumentos a los alimentos, gas y aceite domésticos, la electricidad y el agua, no son novedad. Los aprendices de brujo del FMI y sus obedientes hacendistas locales a cargo de los ministerios (en México secretaría
) de Hacienda, se aprestan a lanzar al vacío a decenas de millones de familias, dando aliento bajo programas de ajuste estructural
(PAE) a altos índices de descomposición, desempleo crónico e informalidad
económica crecientemente delincuencial, mientras los hacendistas locales se engolosinan con jugosas y legales comisiones con depósito en cuenta suiza. Joseph Stiglitz, ex primer economista del BM decía que los empréstitos de los PAEs, son préstamos de sobornización
. Ese es el eje de la gobernanza neoliberal
, de quienes quieren –y apuestan en bolsa– que todo siga así.
Al atacar las fuentes de trabajo, al aparato productivo y al mercado interno los altos cargos del FMI saben que alientan caos, violencia y las precondiciones de guerra interna dados los altos índices de frustración que generan. Es una descomposición que se acompaña de facilidad bancaria para el lavado
y laxitud de EU a ventas de armas y equipo militar a quienes delinquen y a los que los combaten. La idea, como en México, es mantener una masacre que facilita la injerencia balcanizante de EU (tipo Irak o Libia) sobre las grandes economías de la región. El Amazonas es hoy un platillo objeto de grandes operativos militares conjuntos
al tiempo que en México se induce su status de protectorado
a travez de legalizar
·la asignación de los militares a funciones policiales propias del Ministerio Público.
Con México en el perímetro de seguridad
del Comando Norte y Brasil y Argentina en el del Comando Sur, EU alienta una intervención/ocupación silenciosa de la región mientras en Oriente Medio y el norte de África, Trump y su gabinete militar diseminan guerras de agresión. Las bajas civiles por bombardeos y el programa de asesinatos con drones ya sobrepasaron en muertos civiles al gobierno de Obama. Al 27 de noviembre hubo aumentos de tropas y civiles al servicio del Pentágono de 8 mil 131 a 9 mil 122 en Irak; de 14 mil 790 a 16 mil 592 en Kuwait, de 6 mil 541 a 9 mil 335 en Bahrein, de mil 531 a 4 mil 240 en Emiratos Árabes Unidos. En 2016 EU lanzó 2 mil 337 bombas sobre Afganistán. Hasta el 31 de octubre, 2017 ya eran 3 mil 554. ¿Quién autorizó esas matanzas y bombardeos? La ONU lo único que informa es que las muertes de civiles aumentaron 50 por ciento. Estos datos vienen de fuentes oficiales públicas, recabadas por Micah Zenko y John Haltiwanger (IFC 26/09/17).
De esto ni pío de CNN o DW-Berlin. Silencio sonoro de las agencias noticiosas y de los gobiernos de América Latina. Con una desestabilización contra Venezuela en curso, el traslado de este tipo de operaciones es un riesgo inadmisible para toda la región.
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