En su trayectoria se ha movido entre tricolores y blanquiazules
Martes 28 de noviembre de 2017, p. 5
A José Antonio Meade Kuribreña, abogado y doctor en economía por la Universidad de Yale, se le identifica por dos situaciones singulares: históricamente es el único aspirante a la candidatura presidencial del tricolor que no milita en el partido, y ha ocupado puestos clave en gabinetes de gobiernos panistas y priístas.
Después de hacerlo elegible en la asamblea de agosto pasado, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) lo postuló ayer como, hasta el momento, único aspirante oficial a candidato presidencial. Meade Kuribreña no pertenece a ningún partido y nunca ha contendido por un puesto de elección popular, igual que los ex presidentes Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo. A pesar de ello, fue incluido en todas las encuestas relacionadas con el futuro del tricolor, desde antes de que el coordinador de los senadores priístas, Emilio Gamboa, lo colocara en la lista de finalistas, junto con Miguel Ángel Osorio Chong (Gobernación), José Narro (Salud) y Aurelio Nuño (Educación).
El vínculo de Meade con personajes tanto del PRI como del Partido Acción Nacional (PAN) nace, por una parte, de su familia.
Dionisio Meade y García de León, su padre, fue diputado federal en el periodo 1997-2000 y funcionario público del sector financiero y hacendario desde 1972, el mismo año en el que se afilió al PRI.
En 1994, en la víspera de la crisis financiera, era director del Banco Obrero y luego se le encomendó la creación de la estructura administrativa con base en la cual el gobierno federal adquirió la cartera vencida de los banqueros para rescatarlos de la quiebra mediante el Instituto de Protección del Ahorro Bancario (Ipab).
Igualmente trabajó como subsecretario de Enlace Legislativo de la Secretaría de Gobernación, con Carlos Abascal, al final del sexenio del panista Vicente Fox.
En una entrevista para la Televisión Educativa, Meade García de León se refirió a la familiaridad con la que sus hijos estaban al tanto de su vida política. “Cuando les preguntaban qué cuándo saldrían de vacaciones, respondían ‘nada más que se apruebe la Ley de Ingresos’”.
Por la rama materna, este enlace con la política procede de su tío abuelo Daniel Kuribreña, del grupo fundador del PAN, en 1939, al igual que el padre del ex presidente Felipe Calderón.
Con los amplios antecedentes le fue fácil el contacto con grupos partidistas, aunque esta misma relación se afianzó cuando estuvo en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (Itam), de donde han surgido los principales financieros de las décadas recientes, adjetivados por los políticos como tecnócratas, sobre todo a partir del salinismo (1988-1994).
Meade tuvo desde entonces, en su alma mater, una relación cercanísima con dos personajes que en el futuro estarían ligados al poder presidencial: Luis Videgaray, su compañero en la licenciatura de economía, y Ernesto Cordero, quien cursó la carrera de actuaría.
La amistad se forjó desde 1988, en las actividades del Consejo de Alumnos de esta institución educativa; desde entonces mantuvieron contacto y el enlace perdura.
En cuanto a Cordero, actualmente presidente del Senado, en septiembre de 2011, igualmente en plena efervescencia en la elección de candidato en el PAN, Meade lo sustituyó en la Secretaría de Hacienda, cuando aquel se separó del cargo para participar en la contienda interna del albiazul.
Mención honorífica
Meade nació el 27 de febrero de 1969 en Ciudad de México. Se graduó con mención honorífica de la licenciatura en economía con la tesis El seguro de vida en México: el impacto de la seguridad social y el tratamiento fiscal sobre los planes de pensiones privados.
También es licenciado en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México y doctor en Economía por la Universidad de Yale, en New Haven, Connecticut.
Además de su experiencia académica (ha sido profesor de microeconomía y macroeconomía en el Itam), su carrera en la administración pública se forjó en el ámbito financiero.
Fue director de planeación financiera en la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro, de 1997 a 1999, cuando apenas tenía 30 años de edad.
De ahí escaló a la secretaría adjunta del Protección al Ahorro Bancario en el Ipab, el cual había formado recientemente su padre. Su hermano Lorenzo lo dirigió hasta el año pasado.
Y justo al inicio del primer gobierno surgido del PAN, con Fox, Meade llegó a la dirección general de Banca y Ahorro de la Secretaría de Hacienda, cuyo titular era Francisco Gil Díaz, igualmente licenciado en Economía por el Itam y actual presidente de la firma española Telefónica para México y Centroamérica.
Gil Díaz, priísta, trabajó como subsecretario de Ingresos en el sexenio salinista, junto a Pedro Aspe, otro economista del Itam, maestro de Videgaray, quien en su momento pudo haber sido candidato presidencial del PRI, a la muerte de Colosio, pero el PAN no quiso reformar la Constitución para que aquel cumpliera con los requisitos.
En el sexenio de Fox, Meade fue el encargado de sanear Banrural y posteriormente encabezar la creación de Financiera Rural, la cual dirigió hasta el final de dicha administración panista.
Con el convulsionado inicio del sexenio de Calderón, Meade fue nombrado coordinador de asesores del entonces secretario de Hacienda, Agustín Carstens, otro economista del Itam.
Ambos, Carstens y Meade, tienen en común haber participado en altos cargos de gobiernos priístas y panistas, sin ser militantes de ninguno de los dos partidos.
Dos años después, amparado por su jefe Carstens, fue nombrado subsecretario de Ingresos, cargo en el que de nueva cuenta debió encabezar una negociación política con el Congreso para echar a andar la reforma fiscal y más tarde con cambios a la Ley de Competencia.
En el comienzo de 2011 dio el primer salto a nuevas áreas: la Secretaría de Energía, donde estuvo ocho meses. El 9 de septiembre de 2011, en plena crisis de seguridad, fue nombrado secretario de Hacienda.
Al cambio del sexenio, con la vuelta del PRI a la Presidencia de la República, su amigo Videgaray lo incluyó en el equipo y fue nombrado para un cargo en el que no tenía experiencia, la cancillería.
Justo a la mitad del sexenio, en agosto de 2015, el presidente Peña lo invitó a encargarse de la Secretaría de Desarrollo Social.
Meade aceptó ese segundo cargo, para el cual tenía poca experiencia, salvo la relación con los pequeños productores por Financiera Rural; realizó giras en todo el país, y tuvo contacto con la gente prácticamente todos los días hábiles; manejó los programas sociales, tejió alianzas con gobiernos locales y se acercó de nueva cuenta a organizaciones campesinas, empresariales y de banqueros.
Frente a la pobreza de carne y hueso, el funcionario declaró hace exactamente dos años: No podemos tener un México próspero si seguimos teniendo mexicanos que viven en condiciones de hacinamiento, que no pueden ir a la escuela, que están preocupados por su salud, por su alimentación
.
Ahí, en Desarrollo Social, estuvo un año, para enseguida ser designado por su jefe Peña Nieto para relevar a su amigo Videgaray en Hacienda, cuya salida se dio en un contexto de señalamientos por la compra de una casa con interés preferencial y luego fue duramente criticado por haber promovido la visita a México del entonces candidato presidencial republicano de Estados Unidos, Donald Trump, a pesar de la oposición de la canciller Claudia Ruiz Massieu.
Meade volvió a terreno conocido. Al mismo tiempo de los enroques, en el PRI se alentaba la posibilidad de que por primera vez un ciudadano
es decir, un externo, fuera su candidato presidencial.
En alguna ocasión manifestó que México debe mucho al Revolucionario Institucional.
En agosto pasado acudió como invitado a la plenaria de la asamblea nacional de este partido. Al término del encuentro dio varias entrevistas y, ante la insistente pregunta, se mantuvo firme en no responder si se afiliaría o no al tricolor.
Ante la insistencia, sólo agradeció la oportunidad
de la apertura priísta a los aspirantes presidenciales externos.
Eso sí, se placeó y se tomó muchas selfies con la militancia que ya lo veía como el destapado.
Ahí, en el Palacio de los Deportes, presumió la militancia tricolor... pero de su papá.