e las lunas, la de octubre es más hermosa”, dice la canción. A partir del fin de semana pasado y principios de la que corre, las más hermosas serán las de noviembre. ¡Qué Luna más brillante la de este lunes pasado! Color toronja jugosa salpicado de plumas de quetzal que dejaron en el espacio los terremotos y se adelantan a una nueva concepción del tiempo y el espacio que se reafirmará el martes 14.
Anticipación al desmadre lunar que dará luz a los nuevos mesías mexicas de entre filas interminables de suspirantes. De las sombras a la luz. La Luna de carasol girara alrededor del Sol, rozando sin tocar la invisible inmóvil línea sol sombra imantada a plumaje de pájaro de mil colores. Radiante sol que lastima la vista. Comunica caricias esperando se desaparezca. Cocido a mordidas tigrescas sobre tierra fría contrasta con las lenguas de fuego.
Desaparecerá el Sol tras las cimas del Popo y el Izta y la sombra envolverá a las montañas con un manto de crespón. Magia de la belleza azteca sobrenatural del día que muere y la noche que nace la Luna fuera del tiempo y el espacio, mientras la azulada niebla de la Luna tenderá sus alas sobre las montañas que habla de permanente fiesta en el espacio causante de sensaciones desconocidas.
Cachondeo astral del tocar sin tocar de la Luna al Sol. Creación del espacio vacío, del estar y no estar. Dinámica que se crea jugando, escribiendo, sexuando y devela la vaciedad del espacio recién creado. Articulación vida-muerte, sólo captable en la sombra que dibuja bases entre astros.
La Luna se levantó y levantará en este noviembre entre ligeras nubes más allá de los montes. Se enroscará al Sol en la cintura cual serpiente y rematará como duende grabando a fuego en pase astral que termina y da inmediato nacimiento al que sigue. Instante en que la suerte se quiebra, el giro se desgarra al ímpetu del Sol en salida. Tiempo azteca imperfecto oculto tras el grito del los teotihuacanenses que observan pasar los rayos del Sol cerca de la Luna y se les escapa por la emoción misma, si los rayos salen en anarquía, siguiendo su propio ímpetu o si su camino es la roja cuesta curva de la Luna.
Culminación del ritmo de la Luna sobre el Sol donde se cumple la exigencia del imperio y limpieza del arte azteca. La curva se abre con generosidad y fuerza de un crepúsculo en el que el Sol resbala sus dorados rayos sobre el otro lado de la Luna, se revuelve dócilmente, sobre el espacio vacío del arco negro del perfecto cometa de jade, expresión astral del deseo siempre insatisfecho.
La Luna espiga de oro erguida y soberbia, sigue los rayos del Sol y quiebra la cintura en ademán leve y ondulado para permitir al abrazo. Dibujado en el siniestro brillo de la mirada atigrada de la Luna. ¿Qué nos alumbrará la Luna del próximo martes 14? ¿Qué sorpresas aparecerán con la brillantez que tendrá la Luna? El que esté fuera de pecado que tire la primera piedra.