nvitada por Actes-Sud, mis editores en lengua francesa, a celebrar el premio Goncourt atribuido al relato L’ordre du jour de un autor de la casa, el escritor y cineasta Eric Vuillard, tuve la oportunidad de conocerlo personalmente y de participar en una reunión a la vez alegre y ligera, para nada solemne, sin discursos, y, en cambio, gritos de un público joven, el cual clamó a voz en cuello: ¡Eric, Eric!, cuando éste apareció en el jardín, después de ser filmado y grabado en una de las piezas del hotel particular donde esta editorial tiene sus oficinas de París.
En efecto, es la tercera ocasión en que Actes-Sud arrebata el principal galardón de la novela francesa al llamado monstruo de tres cabezas: Galligraseuil
, en referencia a las tres editoriales, Gallimard, Grasset y Seuil, las cuales acaparan los premios literarios año tras año. En 2012, Jérôme Ferrari fue coronado por Le sermón sur la chute de Rome, y, en 2015, Mathias Enard lo obtuvo con Boussole, sin contar que el mismo año, Kamel Daoud ganó el Goncourt de primera novela con Mersault contre-enquête. Año dichoso para Actes-Sud pues Svetlana Alexievitch, publicada en francés por esta editorial, obtuvo el premio Nobel.
Como las otras veces, el suspenso fue tenso mientras se esperaba la decisión del jurado reunido en el restaurante Drouand para festejar la atribución con un refinado banquete de la cocina francesa acompañada con grandes vinos del país. Eric Vuillard se contaba entre los nominados finalistas, pero no aparecía como el favorito. Se mencionaban sobre todo a dos mujeres, tal vez porque el año pasado fueron dos novelistas femeninas las ganadoras de los premios Goncourt y Renaudot. Así, la selección final fue una dichosa sorpresa para el autor y la editorial.
Durante la reunión en el jardín, pude platicar con Françoise Nyssen, actual ministra de la Cultura en Francia, por el momento remplazada a la dirección de Actes-Sud por Jean-Paul Capitani. Françoise me relató su reciente viaje a México, donde visitó con verdadero placer las ciudades de Guanajuato y Morelia. Feliz con este tercer Goncourt que consagra su labor al frente de la editorial, así como la de su equipo, en especial el propio Capitani, al frente de las funciones comerciales, y Bertrand Py, editor literario. No puedo dejar de mencionar a Alzira Martins, quien se ocupa de las publicaciones de origen iberoamericano con verdadero acierto. Es conocida la tarea de Actes-Sud en materia de libros extranjeros traducido al francés, lo cual da su carácter de apertura a todas las lenguas a esta editorial.
Eric Vuillard sigue en su noveno libro, L’ordre du jour, el mismo método de casi todos sus relatos: investigación minuciosa de acontecimientos históricos. Diseca y relata la realidad, hurgando en detalles significativos que realza para mostrar que las más grandes catástrofes se preparan a menudo a pasitos
cuando levanta los harapos odiosos de la historia
a través de 160 páginas, donde relata el camino hacia el abismo de Europa en dos de sus momentos. El primero, la reunión del 20 de febrero de 1933, donde Hitler exhorta a 24 poderosos patrones alemanes a financiar la campaña nazi por las legislativas. Krupp, Opel, Siemens y los otros se ejecutan en un “episodio ordinario de sus vidas de negocios… Todos sobrevivirán al régimen y financiarán muchos otros partidos”. El segundo, la Anschluss, anexión de Austria por Alemania, el 12 de marzo de 1938, donde lo grotesco y lo trágico se mezclan, tal la descompostura de los infalibles
panzers apenas cruzada la frontera austriaca.
La literatura es una fábula que desemborracha de las fábulas
, estima Vuillard, hoy, el relato es quizás uno de los nombres de esta lenta ruptura con la fábula. La imaginación falla ahí. La ficción deviene otra cosa a medida que ella deshace el mito.
L’ordre du jour es, en suma, un relato breve y fulgurante contra la cobardía y la resignación que despoja de sus velos fábulas y mitos.