Elisa Ramírez divulga libros con relatos indígenas que no pasan por el circuito comercial
La finalidad es mostrar el quehacer editorial que rescata, compila, traduce y adapta, explica la escritora en entrevista con La Jornada
Colabora y es autora del sello Pluralia
Jueves 9 de noviembre de 2017, p. 4
El progreso ha sido tan arrasador con las comunidades indígenas, como el temblor lo fue con los pueblos de Istmo de Tehuantepec y de Chiapas, por eso pasamos por uno de los periodos más lóbregos y aciagos de las relaciones entre los indígenas y los no indígenas
, considera la escritora Elisa Ramírez Castañeda (Ciudad de México, 1947).
La también socióloga y poeta inauguró la exposición Ediciones: frutos de la cultura de las comunidades indígenas, formada por una colección de libros que muestran el quehacer editorial desarrollado desde los años 70 del siglo pasado con la finalidad de rescatar, compilar, traducir, adaptar y divulgar la memoria y la narrativa del México multicultural.
La muestra se inscribe en las actividades del primer Encuentro de Literatura Infantil y Juvenil A la Letra Niña: Ediciones en Lenguas Indígenas, que organizó la Academia Mexicana de Literatura Infantil y Juvenil (Amlij), en colaboración con la división de Ciencias y Artes para el Diseño de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), unidad Xochimilco.
No es una exhibición narcisista, aclara la escritora, sino un proyecto que tiene la finalidad de visibilizar los libros que no pasan por un circuito comercial ni por los estantes de grandes librerías.
Es relevante mostrarlos porque todo está en peligro de desaparecer. Hoy ser indígena es casi llevar tatuada la pobreza, la ignorancia y la desigualdad; entonces, ya nadie quiere ser indígena. Las personas prefieren ser pobres, ignorantes, proletarios, sirvientes o comerciantes en un lugar cualquiera a ser indígenas en su tierra
, explica la poeta en entrevista con La Jornada.
Lucha a muerte
Elisa Ramírez añade que esta sociedad no está preparada “y nunca lo ha estado, para recibir a los indígenas de una manera digna, y todo lo que se les ha dado no ha sido porque les corresponda por derecho ni por la riqueza que tienen, sino porque ha habido una lucha a muerte.
“Somos producto de la lucha del 68, de la de los años 70 en Juchitán, de la de los 90 en Chiapas, de todo aquello, y no hay aprendizaje, no hay memoria. Hay, en cambio, una arrogancia racial en castellano espeluznante. Dicen: ‘nosotros vamos a llevarte lo que necesitas’, ‘nosotros te vamos a proteger’, ‘nosotros vamos a preservar tus lenguas’, ‘nosotros vamos a conservar tus costumbres’.
“Nosotros te vamos a folclorizar, a trivializar, a vulgarizar y a pervertir todo lo que podría habernos enriquecido y dado una visión distinta en este infierno que estamos viviendo. Lo que sucedió luego de los sismos, que llaman solidaridad, en los pueblos indígenas se llama tequio, trabajo colectivo, comunidad, pero eso no consta en la Constitución y lo han usurpado.
“Somos todos un show en vivo, un big brother del sismo, mientras las comunidades mixes, huaves, zapotecas de la sierra, tojolabales, están debajo del agua y los escombros, pero ellos no viven en la colonia Condesa.”
La escritora, quien es colaboradora y autora de la Editorial Pluralia para la elaboración de libros multiculturales de los programas México: un país de lectores y México lee (desarrollados de 2008 a 2009), reitera que “el progreso acabó con la narración oral, con la tradición de respeto a la memoria, y trajo la televisión, los programas de educación que son deleznables, donde la gente no sabe ‘ler’ y no ha leído ni tres libros; entonces hay que entender lo que es la memoria, la narrativa, el privilegio de leer y escuchar. Pero ya no hay espacios donde manejar la oralidad porque estamos electrificados, no es que quiera que estemos a oscuras, quiero que no se pierda aquello que sucedía a la luz de las velas.”
Traducir del lingüista al niño
Las obras más recientes que editó Ramírez Castañeda son cuatro tomos con relatos de la tradición oral indígena, publicados hace dos años, pensados como la matriz de donde salgan más libros. Es mi base de datos, ahí están los mitos, las historias para crear canales de comunicación. Mis fuentes fueron la recopilación directa y la investigación en bibliotecas antropológicas, porque mi labor es traducir del lingüista al niño, del antropólogo al joven, cambiar de formato y hacer puentes para que se escuchen de un lado a otro las cosas. La idea es enseñar a hacer libros, no llevarlos ya hechos
.
La autora dijo que el programa de bibliotecas en lenguas indígenas “está detenido, porque estamos en un régimen absolutamente ignorante de lo que es el país y especialmente de lo que es la riqueza de las comunidades indígenas y sus necesidades. Por ley, los pueblos indígenas deberían tener 10 por ciento de los recursos federales, pues somos un país multicultural reconocido en la Constitución.
Pero los libros están a punto de desaparecer no porque las escuelas se hayan caído, sino porque las ideas están derrumbadas. Por eso hay que mostrar que se puede publicar, es casi una revolución, una lucha obtener los recursos que corresponden por ley para hacer estos libros, que se editan con calidad, belleza y amor porque las lenguas indígenas siguen existiendo.