os notas de opinión aparecidas recientemente dan cuenta de la incapacidad del gobierno de Donald Trump para entender el daño que está causando a Estados Unidos y al mundo en materia de relaciones internacionales. En la primera de ellas, con motivo de la muerte de cuatro soldados de ese país que fueron emboscados por terroristas del Estado Islámico en Nigeria, Trump declaró: En efecto, hay malas personas ahí, pero llamaré a mis generales para que los exterminen
. Para el editorialista Thomas Friedman (NY Times, 1/11) el obtuso pensamiento del presidente al considerar que por su lejanía, naciones como la mencionada no representan un problema geopolítico para Estados Unidos, es síntoma de su ignorancia, así como claro ejemplo de la simpleza y contradicciones de su pensamiento en cuestiones internacionales.
Friedman cita el documental de National Geographic en el que se dio cuenta de la desertificación en vastas regiones de África debido al cambio climático, así como del efecto que esto ha tenido en la emergencia de grupos ligados a Al Qaeda y al Estado Islámico. La pobreza ocasionada por la pérdida de tierras de cultivo, el crecimiento poblacional, la desestabilización regional debida a las migraciones masivas y el desgobierno en diferentes naciones africanas son un coctel explosivo que deriva en la radicalización de miles de personas, cuya respuesta es el terrorismo. Para Trump la solución es enviar soldados a matar terroristas y al mismo tiempo reducir la asistencia en programas como los de planeación familiar, así como nombrar a quien niega que exista el cambio climático responsable de la agencia de medio ambiente.
Es estúpido, irresponsable y una muestra clara de su incapacidad para entender la complejidad de estos problemas, concluye Friedman.
La segunda nota en que también se revela la ignorancia de Trump para entender la complejidad actual del mundo apareció en la página de negocios del mismo diario. El periodista Eduardo Porter entrevistó a varios economistas y diplomáticos especialistas en comercio internacional, quienes se preguntan si la dureza con que Donald Trump ha tratado a México y Canadá en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte es indicio de su intención de destruir a la Organización Mundial de Comercio. Trump y Robert Lighthizer, responsable de negociaciones comerciales, no han aprendido las lecciones derivadas de los yerros que otras administraciones cometieron cuando decidieron restringir las importaciones de otros países.
Un ejemplo: en 1980 cuando Canadá, Japón y la Comunidad Europea accedieron a restringir sus exportaciones de acero a Estados Unidos, Corea del Sur y Sudáfrica las incrementaron compensando esa baja, pero, en contrapartida, encarecieron el precio del acero en la industria estadunidense.
Otro ejemplo más: cuando Estados Unidos restringió la cuota de importación de azúcar, la industria que la utilizaba la sustituyó importando productos semielaborados que ya la contenían. El problema fue que los agricultores de algunos países productores cambiaron su cultivo por el de drogas prohibidas para exportar al mercado estadunidense. Si Trump pretende reducir y encarecer las importaciones de México y Canadá, lo más probable es que otras naciones compensen esa restricción o que, en el caso de México, debido a la incertidumbre económica que produciría tal medida, se devalúe el peso y se abaraten e incrementen aún más sus exportaciones a Estados Unidos.
La conclusión que se deriva de ambos artículos es que la incapacidad de Trump para pensar más allá de su experiencia como especulador de bienes raíces y su mezquina forma de entender la relación y el respeto que debe existir entre las naciones, puede tener inesperadas consecuencias, no sólo para su propio país, sino para todo el orbe.