éxico está sufriendo algo que un cabalista diría que es maleficio. Estamos en el tránsito de un cuatrimestre, septiembre/diciembre, que será muy recordado. Gobernadores encarcelados, ex director de Pemex impune viaja por España, el proyecto de Sistema Anticorrupción varado, el fiscal autónomo demostró que no lo sería, terribles y frecuentes fenómenos meteorológicos, dos sismos de gran dolor. Los partidos en plan suicida, saltan a la palestra casi 100 fantásticos independientes.
Se nos fue Margarita y su esposo, la liga sexenal estirada por los precandidatos, mostrando el cobre se derrumban los presumientes, nada pasó con la gran estafa universitaria, ganó
el PRI el estado de México. Estrenamos al cuarto procurador. El gobernador Ángel Aguirre, de Guerrero, coactor de Ayotzinapa, fue desvanecido en la impunidad por gracia de quien puede.
Los legisladores sostienen su fama de cirqueros, con la crisis presupuestal encima, no pocos senadores se van a San Petersburgo. Trump no nos suelta y a cambio nos vendemos queriendo quedar bien con él, haciendo enojar a un asiático que ni sabía que existíamos. La simple inseguridad se transformó en violencia generalizada. Esa es parte de la cuenta hasta hoy.
Lo que viene apunta mal. En noviembre premonitoriamente nos desayunaremos con el Día de Muertos. Sigue la aprobación de la Ley de Egresos. La Ley de Seguridad Interior, el Mando Único y el Mixto se ratifican como el gran chasco. Los partidos tienen que inventar su selección de candidatos y algunos de estos se indisciplinarán. Habrá feria de candidaturas, unas para pagar servicios, otras para contratarlos, pocos para asumirse legisladores.
Se despide Carstens y entrará su relevo. La tensión se agudizará hacia finales de diciembre, plazo fatal para solicitar renuncias por parte de quienes fueran funcionarios, por ende, habrá ajustes en el gabinete sin que renuncie el secretario Gerardo Ruiz Esparza, al fin que el socavón pareciera que ya está olvidado. El presidente del PRI dejará saber que ganará de a como sea.
El puente Guadalupe/Reyes será de pavor. No se desestima una sacudida social. Subirá la gasolina, se aclarará que la estimación de inflación anual nos rebasó. La cruda de enero será propia de Paloma Querida, y luego campañas vulgares, acusaciones, revelaciones de más vergüenzas, sorpresas. Peña Nieto seguirá abollándose y haciendo agua, pero terco y vanidoso y al final.
La esperanza, después de tanto jaleo de impredecibles consecuencias, está puesta en julio y su después. Aun en este escenario mortecino hay vislumbres de que sí, algo transformador será posible. Hay esperanza en un cambio por más que cueste. Nuestra comunidad debe ser consciente de que, si desea un cambio, como lo está exigiendo, debe estar dispuesta a un sacrificio más. Nada es gratuito, y sí, como condición sustantiva, cóbresele la cuenta a quién nos deba esta sangre, sudor y lágrimas. Algún agudo pensador dijo que “la revolución no se hace cantando La Marsellesa” este himno ha sobrevivido por ser un valor universal, irrevocable, legítimo y enérgico convocante.
No hay ningún ánimo tremendista en estas aseveraciones, todo lo contario, mucho alienta poder tener los pies en piso firme. Eso da frescura al pensamiento y al músculo energía. Sería suicida seguir con el viejo y ofensivo discurso de que todo está bien y los males inocultables son sólo la antesala de algo mejor. Una sacudida hace falta, una convocatoria creíble será bienvenida, ya basta de los recursos retóricos eternos.
Hace falta la rebeldía, la exigencia de justicia en su más amplio sentido y una oferta de honestidad, de claridad, de leguaje llano, de vuelta a la dignidad. Una actitud de abandono de los rancios modos de ayer que se sostuvieron hasta hoy. En fin, sí que hay esperanza envuelta en un nuevo proyecto de país. Queremos de vuelta al país orgulloso de su gran carácter. El presidente del PRI dejará saber que ganará de a como sea.