Madrid.

Una gran tensión prevalecía este miércoles ante los movimientos que realizarán en las próximas horas los protagonistas del conflicto entre Cataluña y el Estado español. Si se mantienen las posturas y el presidente catalán, Carles Puigdemont, no responde con claridad si decretó o no la independencia en la sesión parlamentaria del 10 de octubre, entonces el gobierno de Mariano Rajoy aplicará el artículo 155 de la Constitución, es decir, la suspensión de la autonomía y con ella la destitución de las principales autoridades de la región.

Mientras el encono sube de temperatura en las calles, donde cada día son más frecuentes los enfrentamientos verbales entre partidarios y detractores de la independencia, en los despachos de las oficinas públicas aumenta la incertidumbre sobre lo que ocurrirá este jueves a partir de las 10 de la mañana, que es el límite fijado por el gobierno español para que Puigdemont responda al requerimiento sobre su confusa declaración de independencia.

Una muestra del grado de nerviosismo que persiste en Barcelona es que el presidente catalán cambió de hábitos; se fue a vivir al Palacio de la Generalitat –la residencia oficial de la presidencia– y todo el tiempo está protegido por un comando especial de los Mossos d’Esquadra.

Rajoy, quien compareció en el Congreso de los Diputados, insistió en su advertencia, al tiempo que defendió la actuación de la justicia en el encarcelamiento de los primeros presos políticos del conflicto, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, presidentes de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Ómnium Cultural, respectivamente.

Desde el gobierno español advirtieron que Rajoy ha dejado una vía de salida al presidente Puigdemont: si convoca a elecciones, Madrid inmediatamente dará un paso atrás y no aplicará el artículo 155, lo que considera la mejor solución.

A esta propuesta respondió desde Bruselas el consejero de Asuntos Exteriores de la Generalitat, Raul Romeva, quien adelantó que ese escenario de convocatoria a elecciones ni siquiera lo contemplan. “No veo alternativa para lograr un acuerdo negociado con España. Obviamente, la confrontación nunca es lo deseable. Hay millones de personas incómodas con el status quo. Pretender que la represión hará desaparecer el problema es naíf y políticamente irresponsable”.

En el seno de la ANC y de Ómnium Cultural, las plataformas civiles desde las cuales se ha impulsado el movimiento secesionista, empieza a crecer el temor de que se inicie un proceso para que queden proscritas por la Audiencia Nacional, idea que ya está impulsado la Fiscalía General del Estado y que supondría la suspensión de sus actividades.

De hecho, la Guardia Civil ya intervino sus páginas web, desde donde informaban y lanzaban convocatorias del movimiento. Pese a eso, las plataformas anunciaron una serie de movilizaciones a partir del próximo viernes para contrarrestar las medidas represivas del gobierno español y seguir alzando la voz ante la detención de sus dirigentes.

Precisamente sobre el encarcelamiento de los Jordis, la organización Amnistía Internacional emitió un comunicado en el cual solicitó a las autoridades que retiren los cargos de sedición presentados contra Jordi Sánchez y Jordi Cuixart y que pongan fin de inmediato a su prisión preventiva, pues la sedición es un delito cuya definición abarca una amplia variedad de actos, y que además puede conllevar penas hasta de 10 años de prisión. Además, señaló que las autoridades deben proteger el derecho de los particulares a expresar su oposición a la sentencia del Tribunal Constitucional y organizar reuniones públicas pacíficas en favor del referendo.

Eduardo Mendoza, una de las voces literarias más entrañables y queridas de Barcelona, quien además ha narrado en sus libros la historia contemporánea de la ciudad en la que vive desde niño, se confesó profundamente triste por la situación que está viviendo Cataluña. Estoy muy preocupado y triste porque, pase lo que pase y acabe esto como acabe, se ha producido una ruptura dentro y fuera de Cataluña muy penosa e innecesaria que ha venido en un momento en el que teníamos todo para vivir bien. De repente nos hemos convertido en un país triste y abocado a la división. Las cosas están mal y son tiempos revueltos.

El Premio Cervantes 2017 añadió que es un tema complejo, en el que los independentistas están planteando una cosa desde el punto de vista político abstracto conceptual discutible: una parte del país se quiere separar. En el supuesto de que se ganara y en el supuesto de que pierdan, también se han metido en un lío que, por fuerza, tiene que acabar mal. Quien obtenga una victoria creará una derrota y eso para los catalanes es muy doloroso, porque no me apetece que parte importante de mis conciudadanos vivan en la derrota. Ya viví una cuando era pequeño y no quería vivir otra.