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Hoy culmina exposición en el Museo del Palacio de Bellas Artes con obras de los artistas

Reconcilian a Matiz y Siqueiros a 70 años de un cisma por superar

Se espera que la muestra los coloque en el nivel de cada quien desde lenguajes distintos: curador

Exhiben 40 fotografías que entregó el colombiano al pintor para la creación de dos murales

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Tormento de Cuauhtémoc (díptico Monumento a Cuauhtémoc), detalle, 1950-1951, proxilina sobre celotex de David Alfaro Siqueiros que se exhibe en el recinto de avenida Juárez, esquina Eje Central Lázaro Cárdenas, CentroFoto cortesía del museo
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Imagen de la serie Perro rabioso, de Leo Matiz, México, 1945, plata/gelatina perteneciente a la fundación que ostenta el nombre del fotógrafo nacido en Aracataca, figura en la muestra que se inscribe en el Año Dual México-ColombiaFoto cortesía del museo
 
Periódico La Jornada
Domingo 15 de octubre de 2017, p. 2

La exposición Leo Matiz: el muralista de la lente. Siqueiros en perspectiva, que termina hoy en el Museo del Palacio de Bellas Artes, constituye una reconciliación, a siete décadas de distancia, entre el fotógrafo colombiano y el pintor mexicano.

Está integrada por 40 de las 500 fotografías que Matiz (1917-1998) entregó a David Alfaro Siqueiros (1898-1974), a modo de un estudio preparatorio para la creación de los murales Cuauhtémoc contra el mito (1944), en el edificio Tecpan de Tlatelolco, y Tormento de Cuauhtémoc y Apoteosis de Cuauhtémoc, pintados entre 1950 y 1951, que están en el segundo piso del Palacio de Bellas Artes.

Sin embargo, fue precisamente en este último recinto –en una exhibición de pinturas en caballete de Siqueiros a modo de primeros resultados del proyecto–, que Matiz, al no ver su crédito como autor intelectual del material utilizado por el muralista, decidió denunciarlo públicamente por plagio.

Eso indignó a Siqueiros, incluso brigadas de choque fueron a quemar el estudio del fotógrafo en la avenida Juárez, acto que lo obligó a abandonar el país, sin ver ejecutados los últimos dos murales, donde radicaba desde 1941.

Matiz regresó a México en 1996, en compañía de su hija Alejandra, a modo de reconciliación con la tierra que dio otra dimensión a su trabajo.

Carrera truncada

La propuesta original de Siqueiros, a quien conoció en 1944, era realizar un gran mural sobre la Revolución Mexicana. La presidenta de la Fundación Leo Matiz, con sede también en México, explicó: “Él creía en el proyecto, lo estudió, buscó los modelos y se los presentó a Siqueiros. Después hacen este trabajo en conjunto.

“Mi padre –añadió– se arrepintió muchísimo de haberse peleado con Siqueiros y de haber tenido que dejar México por 50 años. Colombia nunca ha estado al nivel cultural de este país y su carrera se vio un poco truncada por la ida de aquí. Cuando volvió me decía, no hables de Siqueiros. Tenía miedo de que las brigadas de choque todavía estuvieran por allí”.

Alejandra Matiz apuntó que el Palacio de Bellas Artes siempre ha estado ligado a su padre, pues al llegar a México la primera vez expuso allí en una colectiva de artistas colombianos.

La actual muestra surge de una colaboración con el Antiguo Colegio de San Ildefonso –allí se exhibió Leo Matiz: el muralista de la lente. A 100 años de su nacimiento, 1917-2017– y la Fundación Leo Matiz, cuya finalidad es conmemorar esa efeméride del también caricaturista y pintor originario de Aracataca. Además, se inscribe en el Año Dual México-Colombia.

Seducido por la imaginería del cine mexicano

Los visitantes podrán constatar en qué medida el mural Tormento de Cuauhtémoc se apoyó en la serie Perro rabioso de Matiz. Alejandra comentó en el recorrido para representantes de la prensa que el perro, mascota de Siqueiros, no estaba furioso, sin embargo se volvió así después de permanecer atado varios días.

Miguel Fernández Félix, director del Museo del Palacio de Bellas Artes, explicó que Matiz recibió su primera cámara en 1937 de Enrique Santos, entonces director del periódico El Tiempo. Llegó aquí, entre otras razones, por la imaginería de las películas mexicanas, entre ellas, Allá en el rancho grande. Destaco el lugar que el recinto ha dado a las exposiciones de fotografía desde la de Henri Cartier-Bresson en 2015.

Miguel Flórez Góngora, cocurador de la muestra –con Estela Treviño– hizo votos para que la muestra con la perspectiva, la decantación y la distancia que ofrece el tiempo, logre superar el origen de la mencionada disputa y coloque a los artistas en el nivel de cada quien, desde lenguajes distintos: Leo, el uso artístico de la fotografía para los aportes que hizo Siqueiros, y de éste, su concepción audaz de los murales, en movimiento, no pasivos.