Un principio básico guía la escuela de capacitación: el pueblo puede definir su futuro
Líderes como Martin Luther King Jr. crearon en el lugar las estrategias de sus movimientos
Sábado 14 de octubre de 2017, p. 20
New Market, Tennessee.
Hace 85 años se fundó el Centro de Investigaciones y Educación Highlander en las montañas del sureste de Estados Unidos con el propósito de transformar desde abajo no sólo esta región, sino todo Estados Unidos, y junto con aliados, el mundo.
Es una escuela de capacitación de rebeldes, de educación popular, de rescate de la historia y la cultura del pueblo, que se guía con un principio básico: que el pueblo tiene la capacidad de autogobernarse, de definir su futuro –o sea, la esencia de la democracia.
Su historia –parte grabada en fotos, libros, documentos y las famosas sillas mecedoras de madera, símbolo de este centro– está en las paredes y muros de este lugar, pero, más aún, se siente en el ambiente. Aquí armaron sus estrategias líderes del movimiento de derechos civiles, como Martin Luther King Jr. Aquí se capacitó Rosa Parks, una de las figuras icónicas que ayudó a detonar ese movimiento, y aquí participaron en trabajos de estrategia otras figuras de ese movimiento, como Andrew Young y Stokely Carmichael, junto con cientos de líderes menos conocidos.
Aquí elaboraron estrategias líderes sindicales que participaron en las campañas masivas de organización de los sectores minero y textilero del sur del país en los años 30. Aquí acudió Eleanor Roosevelt. Aquí, el músico Pete Seeger se encontró con sus contrapartes, quienes armaron parte de lo que es la ruta sonora de estas luchas, con canciones como We shall overcome. Por aquí pasó y participó Paulo Freire, entre otras figuras internacionales que han llegado de África, Asia y América Latina, incluyendo México.
Aquí nació y se nutrió parte del movimiento de la justicia ambientalista. También esfuerzos altermundistas, entre sectores desplazados por las políticas neoliberales, incluyendo el llamado libre comercio desde los años 80 hasta hoy día.
Este lugar ha sido atacado por el Ku Klux Klan, por gobernadores (fue clausurado brevemente por fuerzas macartistas en los años 50), invadido por la policía estatal y acusado de ser un sitio que fomenta la subversión racial y como escuela de comunistas
(nunca ha tenido ideología o vínculo partidario).
Pero el festejo de este aniversario aquí no fue un evento nostálgico, sino el anuncio y exploración también de las nuevas dimensiones de esa vieja lucha democrática a fondo –y por tanto radical. Desde sus inicios, el propósito de Highlander fue nutrir movimientos sociales dentro de este país no sólo para insistir en la justicia y la dignidad de todos, sino empezar a crearlo desde ahora. Todo bajo la idea de que la mejor solidaridad con otras luchas en el mundo es lograr el cambio dentro del país más poderoso del mundo.
Myles Horton (1905-1990), uno de los fundadores, decía que Highlander es una idea tercermundista. Ha funcionado en Appalachia y en el sur estadunidense, porque tienen mucho en común con los países del tercer mundo o segmentos del tercer mundo dentro de otras sociedades
. Por tanto, Horton y sus colaboradores –igual que hoy día– buscaban establecer alianzas y solidaridad entre el sur de Estados Unidos y el sur global
.
Horton y sus colegas de Highlander entendieron que no se podía trabajar sólo dentro de una región o de un país sin vincular esa labor a otros esfuerzos alrededor del mundo. Viajó a Nicaragua en 1980, y en 1975 a Brasil y Perú. Eran parte de los esfuerzos por reunir a educadores adultos
. Y en esos esfuerzos trabajó con Freire (un extenso diálogo entre Horton y Freire fue publicado como libro). También ha habido intercambios y viajes de Horton y otros colegas de Highlander a India, Malasia, Filipinas y Sudáfrica. Más recientemente, Highlander exploró intercambios con México y Venezuela.
Horton explica en su autobiografía, The long haul (El largo camino): Si crees en la democracia como yo, tienes que creer que la gente tiene la capacidad dentro de ella para desarrollar la habilidad de gobernarse a sí misma
. Sobre esta base, agrega, uno construye los programas de educación popular “que abordarán las cosas tal como están ahora y cómo deberían de estar al mismo tiempo.Van juntos el ‘es’ y el ‘debería ser’... si no, no podrás lograr juntar la práctica y la teoría”.
Señaló que “uno puede tener la democracia en el voto… pero al menos que uno aborde el capitalismo mundial –el transnacionalismo–, las decisiones que podrás tomar serán muy limitadas. Las decisiones fundamentales no las toman los políticos y funcionarios de este país, son tomadas por el complejo militar-industrial. Tanto dure eso, no puede haber democracia”.
Horton escribió a finales de su vida que “es importante entender que la calidad del proceso que usas para llegar a un objetivo determina los fines. Entonces, si quieres construir una sociedad democrática tienes que actuar democráticamente en todo sentido... Estoy de acuerdo con el Che Guevara: el verdadero revolucionario está guiado por grandes sentidos de amor. Si ese amor no forma parte, acabarás en una sociedad fascista”.
Ash-Lee Woodard Henderson, codirectora ejecutiva de Highlander, comentó en entrevista con La Jornada que en este centro “estamos entre amplificar las narrativas e historias de figuras conocidas como el reverendo Martin Luther King y Rosa Parks, y los cientos de miles de otros afroestadunidenses, latinos e indígenas y blancos pobres que también fueron líderes pero no conocidos –dar idea de la historia completa de las luchas previas–, pero no es quedarnos con lo que sucedió hace medio siglo. No somos un museo. La otra parte del trabajo es amplificar las voces de los héroes de hoy mismo, de su trabajo de base cotidiano, y con ello desarrollar esos cuadros, los nuevos líderes que están surgiendo”.
Woodard Henderson, una de las voces prominentes de Black Lives Matter y parte de la nueva generación de Highlander, agregó: “Quiero que los compañeros en México y América Latina se enteren de que hay una masa crítica de gente, especialmente jóvenes, que están ingresando a una tradición izquierdista… que está retando la legitimidad del capitalismo dentro de Estados Unidos”.
Y recuerda: Hemos tenido sublevaciones alrededor de Estados Unidos encabezadas por revolucionarios, y eso no salió de la nada. Había gente construyendo bases durante décadas en esos lugares
, señalando el movimiento que estalló en lugares como Ferguson, Misuri o más recientemente Charlotte, Carolina del Norte. “Lo que hace tan importante a Highlander es que cuando suceden esos momentos de coyuntura ello politiza a la gente y es un punto de entrada, igual como el trabajo reformista o electoral son puntos de entrada... Highlander está ahí para acompañar y promover el pensamiento sobre cómo nos movemos hacia la izquierda, cómo hacemos de estas coyunturas algo que contribuya a la transformación… a nombre de una vida sustentable en este planeta”.
“Hay que enfocarse en el trabajo súper local, regional, nacional en Estados Unidos, junto con una visión internacionalista… Y hay tanto que podemos aprender de movimientos en otros países aquí dentro del ombligo de esta bestia”, concluye.
El reverendo Allyn Maxfield-Steele, el otro codirector, señala que desde el punto de vista de un religioso radical hay un renovado reconocimiento de la dimensión de la espiritualidad, de la fe, en las luchas de hoy. Hay una apertura en momentos de crisis y la gente está viendo cómo fue separada de sus formas de vivir, y la necesidad de recuperar el trabajo cultural profundo ahora cobra nueva relevancia, sobre todo para integrar la nueva narrativa que se genera desde las bases, de tal manera que confronta la narrativa del imperio, lo que Donald Trump y sus aliados han logrado cristalizar por ahora. Hay que responder a eso y Highlander, para muchos, es tierra sagrada
, ya que desde aquí, desde sus inicios, se ha dedicado a la construcción de esas narrativas, desde abajo, en todas sus dimensiones.