Jueves 12 de octubre de 2017, p. 23
El fin del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) puesto sobre la mesa por el presidente Donald Trump, no es una catástrofe
para México y, en la práctica, resultaría más negativo para Estados Unidos. La razón está en que entre ambas naciones existe un intercambio comercial que ahora se realiza sin aranceles. La terminación del acuerdo obligaría a las firmas estadunidenses a pagar un impuesto para enviar sus productos a México, que sería más del triple del que deberían cubrir las firmas mexicanas por exportar a aquella nación, expuso BBVA Bancomer.
“Hay una evidencia clara de que el TLCAN –vigente desde enero de 1994– es benéfico para los tres países. Desde luego lo ha sido para México y Canadá, pero también para Estados Unidos”, aseguró este miércoles Carlos Serrano, economista en jefe de BBVA Bancomer.
Un dato, expuso, muestra la manera en que el TLCAN ha beneficiado a Estados Unidos: actualmente, 44 por ciento de las exportaciones mexicanas hacia aquella nación tienen un componente que fue elaborado en territorio estadunidense.
Aumenta componente estadunidense
“El valor agregado de Estados Unidos –el componente estadunidense– en el total de las exportaciones mexicanas aumentó de 40 a 44 por ciento en el lapso de 10 años”, sostuvo Serrano en la presentación del informe Situación sectorial regional México, correspondiente al segundo trimestre del año, publicado por BBVA Bancomer.
Estados Unidos se ha beneficiado económicamente del TLCAN. Poner fin al acuerdo significaría, además, un costo mayor para ese país en lo que toca a los aranceles o impuestos al comercio exterior que debería pagar, expuso.
Actualmente, con el TLCAN el comercio entre Canadá, Estados Unidos y México se realiza con un arancel cero, sin cobro de impuestos. En caso de que el acuerdo trilateral llegue a su fin, comenzarían a regir las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), explicó. Éstas establecen un trato diferenciado a los países, de acuerdo con su grado de desarrollo. Los más avanzados pagan un arancel mayor al exportar a los menos desarrollados y viceversa.
Con las reglas de la OMC, apuntó Serrano, los empresarios estadunidenses deberían pagar arancel o impuesto de 8 por ciento sobre el valor de los productos que México compre. Mientras las empresas mexicanas sólo deberían cubrir arancel de 2.5 por ciento sobre las ventas a ese país, añadió.