Todavía no son los tiempos para decidir rumbo a Los Pinos
El funcionario ha pasado más de dos semanas en el Istmo de Oaxaca para coordinar la ayuda a los damnificados. Allí ha sido testigo de los rostros del dolor, pero también de las miradas de ilusión.
Jueves 28 de septiembre de 2017, p. 12
Los rostros cuarteados por el tiempo y la pobreza ahora también están dañados por el dolor de la pérdida de vidas y de la historia. Así es como se ven en la región del Istmo, en Oaxaca, los saldos de los sismos del 7 y 16 de septiembre. Así lo ha visto el secretario de Salud, José Narro Robles, lo que en tiempos de crisis y cuando las emergencias se han acumulado, implica un gran desafío.
Es un reto en diversos ámbitos, desde el que impone la propia naturaleza, el económico e incluso, el político. De este último, el ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es claro: De la desgracia no se puede construir el negocio ni sacar raja política. Quien lo haga, carece de condición humana
.
Narro Robles se molesta con la sola posibilidad de que él también sea incluido en el grupo de servidores públicos deshonestos, cuando nunca me he clavado un clavo
. Por eso, en el caso de lo que le corresponde organizar en el Istmo, por ejemplo, la reconstrucción del Hospital General de Juchitán, el cual quedó totalmente inhabilitado, ya tiene la solución: transparencia absoluta y que el Ejército Mexicano se haga cargo de la obra.
Es tiempo de oportunidad: mejorar lo que se destruyó
Además de que saldrá mucho más barato, explica, se evitarán los trámites administrativos, pues no se tiene que convocar a una licitación. El proyecto está en marcha. Sólo falta definir si se construirá otro nosocomio igual, de 60 camas o uno más grande.
Y es que el secretario Narro está convencido de que esta es una oportunidad para reponer lo perdido y para mejorar; ampliar la cobertura de atención con 30 camas más, un mayor número de especialidades médicas, así como garantizar la calidad y abasto de medicinas.
Enseguida un extracto de la conversación del secretario de Salud con La Jornada:
–¿Qué se encontró en Oaxaca?
–Descubrí cosas y redescubrí otras. Los rostros del dolor, de la pérdida y los contrastes, las miradas de ilusión, coraje, de la resistencia, pero también de la dignidad y entereza. Se trata de la gente que ha tenido muy poco siempre, que han sido desheredados históricos y hoy lo poquito que tenían, lo perdieron.
Encontré edificaciones y viviendas destruidas y otras con cuarteaduras, pero también rostros cuarteados por el tiempo y la pobreza. Eso ya lo conocía, de otros desastres, pero tenerlo enfrente de nuevo es muy duro y al mismo tiempo un estímulo para trabajar.
De los pasados 20 días, Narro ha pasado 12 en el Istmo y en particular en Ixtaltepec, donde tiene a su cargo la coordinación de la ayuda a los damnificados. Desde ayer se encuentra allá de nuevo. El sábado 16, día de la réplica de magnitud 6.1, estaba en Ixtepec, donde fue el epicentro. Pensé que el edificio donde estaba se iba a caer. Un poco por lo que ya había visto allá y también porque junto con la sacudida, escuché el quejido de la tierra. Aquello tronaba
.
Una vez que pasó, se enteró de los nuevos saldos: dos personas muertas, una mujer por un traumatismo cráneo encefálico y un adulto mayor en silla de ruedas que murió por el ataque de las abejas. Narro casi lo vio. Ya en la calle, de un lado alguien gritó que había una fuga de gas; del otro, varias personas venían corriendo, tapadas. Pensamos que por alguna flama o que se estaban quemando. Y no, las perseguían las abejas
. El señor en la silla de ruedas se había quedado atrás.
–¿Hay lecciones en todo esto?
–Que en los niños y jóvenes está el rostro de la esperanza. Los niños siguen jugando, alegres. Tal vez no saben lo que perdieron. Y los jóvenes que provocan emoción y entusiasmo por la forma en que se volcaron a ayudar. A los estudiantes de ingeniería, medicina y enfermería del Instituto Politécnico Nacional, los encuentro en todos lados, haciendo evaluaciones sobre las construcciones que quedaron en pie, organizando medicamentos y brindando atención médica. También hay alumnos de la UNAM, universidades privadas y muchos de la Autónoma de Benito Juárez de Oaxaca y de bachilleratos del estado. Son una parte de la solidaridad que en diversos sectores se ha expresado para ayudar a los damnificados.
–¿Usted también aprendió?
–Mucho. Como que se puede transitar por la vida con dificultades y al mismo tiempo con dignidad. En condiciones de pobreza y a la vez con una enorme condición humana. Que hay un reclamo a la colectividad y a no olvidar. Además de la reconstrucción de casas y edificios, tenemos que reconstruir relaciones y un sistema distinto de valores.
–¿Los reclamos?
–Sí. Muchos. Cuestionan por qué hubo que esperar esto para que estuviéramos ahí. Es cierto y también da cuenta de que cada ser humano es el centro de algo y a veces es muy difícil entender que somos 125 millones de habitantes, que la dimensión del territorio nacional es de 2 millones de kilómetros cuadrados y tenemos 200 mil localidades. Que es imposible estar en todas partes y en todos los momentos. No se puede.
–¿Se ha quedado corta la ayuda?
–No es posible estar preparado para dar una respuesta completa e integral en el momento que se presenta una emergencia provocada por sismos como los del 7, 16 y 19 de septiembre. No se sabe cuándo y dónde van a ocurrir. Lo primero es preservar la salud, la vida y después remediar la afectación. En el Istmo hay un gran reto, porque se reventaron pozos, letrinas y fosas sépticas. Hay un alto riesgo de brotes epidémicos que debemos prevenir y al mismo tiempo, contribuir para la recuperación de la actividad económica.
Hay una gran desconfianza de la gente hacia los servidores públicos, el manejo de la ayuda que deben recibir para la reconstrucción.
–¿Cómo se hará en Oaxaca?
–Con transparencia. Vamos a atender problemas que estaban presentes desde antes del sismo, como las limitaciones en la prestación de servicios, las cuales se agudizaron: el abasto de medicinas y falta de cobertura. Uno de los trabajos es la reconstrucción del Hospital General de Juchitán que tenía 60 camas y estamos en el análisis para ver si puede crecer a 90, es decir, reponer y mejorar.
Algo muy claro: aquí no va a haber negocio. De la desgracia no se puede construir el negocio ni sacar raja política. Por eso, nos va a ayudar el Ejército Mexicano a construir el nuevo hospital. No hay que convocar a licitación, se reducen los costos y los tiempos. Depende del tamaño del nuevo nosocomio podría estar concluido en el primer semestre de 2018 o si es más grande, antes de que concluya ese año.
Los tiempos de la sucesión todavía no llegan
–Respecto a la política, ¿con todo esto se contaminó la elección del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia de la República? ¿Ya decidió si va a participar?
–No debe haber tal contaminación. Los tiempos todavía no llegan, aunque cada día se aproximan más, pero uno no puede construir sobre la desgracia nada para beneficio propio. Tampoco se puede obtener beneficio económico, ni sacar raja política. No se vale aprovechar estas situaciones para ganar presencia.
“Esto está en la conciencia individual, porque no hay una regla ni ordenamiento jurídico. Ni siquiera es una condición política. Lo que hay es una condición ética y moral que se tiene o no.
En este momento los servidores públicos tenemos una tarea, una gran oportunidad para servir. Yo quiero que se me identifiquen en lo académico como profesor, y en la vida del servicio como un servidor público. Cuando pase esto y vengan otros momentos tomaré mi decisión.