Siluetaurinas, original exposición en Zacatecas que reivindica al toro como sustento de la tauromaquía
n 87 láminas en formato tabloide o doble carta, en técnica de dibujo a tinta y lápiz sobre papel murillo, ideal para fijar tintas en su trazo original, he procurado captar la belleza de las suertes taurinas en su momento más expresivo y de la manera más sencilla, con la diferencia de que el torero va en negro y el toro en blanco, para resaltar la importancia determinante de éste en la tauromaquia, pues siempre se dice ‘vamos a los toros’, nunca ‘vamos a los toreros’, si bien este trastocamiento de protagonistas es uno de los factores que mantienen el discreto perfil de la fiesta en la actualidad”, señala el pintor y dibujante zacatecano Jesús Flores Olague.
“Llamarlas siluetaurinas –abunda el autor– obedeció no sólo a una combinación de palabras, sino a que son figuras que registran únicamente perfiles en negro sobre blanco. En el siglo XVIII se puso de moda el pequeño retrato de silueta recortada, debido en buena medida a la influencia del ‘recortador’ Etienne de Silhouette, quien además fuera ministro de finanzas de Luis XV.
“La colección incluye al toro solo, rejoneo y forcados, así como suertes de los tres tercios de la lidia. Asimismo, a través de la exagerada figura táurica intento homenajear tanto al toro de Creta, del que se enamora la reina Pasifae, y de esta unión nace el minotauro, como al uro europeo y a Apis y Buquis, deidades táuricas de Egipto, donde en la zona arqueológica de Zaqqara hay un grabado del faraón Zoser burlando un toro bravo, primera prueba a la que debían someterse para demostrar su habilidad y valor.
Comenta Flores Olague que a los aficionados serios les ha encantado la exposición, tanto por el movimiento de las suertes como por el instante emocional, no divertido, que entrañan, que a los no aficionados les llama la atención la sencillez de los trazos, y que incluso a un visitante le interesó adquirir la colección completa.
“Respecto a la relación artes y fiesta de los toros –prosigue el también historiador– hoy hay dos vertientes: una procura mantener, contra viento y marea de la trivialización, la esencia del arte de la lidia, es decir, una intención estética frente la bravura sin adjetivos; y otra, menos rigurosa, pretende y casi ha logrado hacer de la tauromaquia un show más. No veo ninguna disposición a rescatar la bravura del toro, sino en cierta pintura y escultura, pero no en las ganaderías o en los ruedos. La emoción del toreo se refugió en telas y metales más que en faenas memorables.
Las llamadas figuras, hace mucho apuestan por la comodidad y no por la intensidad, con un ganado demasiado escogido, demasiado inexpresivo, lo que se traduce en escasa o nula emoción. Los toreros que destacan de inmediato entran al aro. No hay competencia entre empresas, toreros y ganaderos. Todos aburren, como si hubiera el propósito de debilitar y anular intensidades identitarias en algunos pueblos para imponer expresiones ajenas o, como justifican ahora, globales, pero impuestas de fuera.
“Soy autodidacta, pero tuve muy buenos maestros… en la secundaria. Un gran acuarelista, José Guerrero, y un extraordinario pintor y retratista, José Manuel Enciso, zacatecanos ambos. O mi amigo Ignacio Garibay Anaya, notable escultor jalisciense y, desde luego, la inmensa vocación plástica de Zacatecas desde la colonia hasta nuestros días.” La exposición Siluetaurinas estará del 8 al 24 de septiembre en el restorán Arroyo del recinto ferial de la Feria Nacional de Zacatecas.