uestra situación es delicada por una situación económica y social con muchos problemas, a la cual el gobierno le da una reducción de presupuesto anual a las ramas culturales, educativas y de investigación, salud, agrícola y otras productivas. Al mismo tiempo, aumentó recursos para 2018 a las que han sido convertidas en represivas, como el ejército y la marina de guerra.
Por ejemplo, en el presupuesto enviado por el gobierno a las cámaras para su aprobación, se plantea reducir a menos de la mitad el actual destinado a Liconsa (entidad de leche barata).
Además, aumentan los precios, en el año en 6.5 por ciento. Pero el aumento principal afecta a la mayoría de la población. La gasolina más usada, la Magna, subió, en agosto, en 15.5 por ciento en relación con diciembre del año pasado. Y esto implica un incremento del transporte público, y junto a éste el de alimentos y otros gastos del pueblo. El jitomate se elevó en 93 por ciento, el frijol en 12 por ciento, el arroz en 8 por ciento, el pollo 10 por ciento y la leche con 8.5 por ciento.
Y se mantiene una negociación, parcialmente secreta, con un gobierno estadunidense que nos ataca por diversas formas. Fueron ejemplos evidentes de la situación el traslado de la compañía automotriz Ford de la producción del modelo de coches Focus, de México a China, y otros hechos similares. Y se tiene que quedar bien
con el decadente imperio con acciones contra Venezuela y Corea del Norte, traicionando a la tradicional política exterior mexicana.
Por si fuera poco, en nuestra situación capitalina, actúa la autoridad local con un derroche en reparación o renovación de avenidas importantes y sus banquetas, con trabajo durante el día, que aumenta el bloqueo de la circulación y afecta los tiempos de esta movilización.
Ya he dicho en artículos anteriores que durante mi gestión como director de Alumbrado Público y de hecho de Servicio Eléctrico Público, el trabajo en las principales avenidas se realizaba de las 12 de la noche a las cinco de la mañana, precisamente para no provocar embotellamientos y respetar la circulación en la ciudad en todas sus formas. Hoy se trabaja de día sumando a los problemas que acarrean a la población las obras urbanas, las tormentas y los terremotos.
Lo más indignante de esto último es que, por la próxima temporada electoral, es evidente la motivación de los funcionarios respectivos, a tener más votos el año próximo. Les importan más los huesos
que la calidad de vida de las personas.
En cuanto a los presupuestos y la política relacionada, vemos que se sigue favoreciendo a unas cuantas empresas privadas con la construcción de edificios y otras obras que generan beneficios para pocos y problemas para muchos. El Paso Exprés y los múltiples agujeros que lo sucedieron en varios lados, muestran la pésima calidad de las beneficiadas por los contratos y el alto costo para los residentes y ciudadanos en general. Y éstos siguen, pues no se han cancelado las obras ni suspendido a las empresas culpables, ni siquiera se les deja de pagar por la supuesta reparación, sólo para luego decir que el caso es irreparable.
Ahora les echan la culpa a las tormentas y a los terremotos. ¿Por qué la mayoría de los edificios y obras públicas los aguantaron
con daños menores o incluso sin daños? ¿Por qué los aguantaron la mayoría de las escuelas? ¿Por qué no se castiga legal y administrativamente a los enriquecidos culpables?
Tal vez porque los administrativos, o algunos de ellos, son también culpables, especialmente si recibieron mordidas
por otorgar las obras a empresas que, en algunos casos, están siendo juzgadas en sus propios países, como Brasil y España?
Ya es tiempo de un cambio, en el sentido opuesto a los de los últimos gobiernos, que parecen querer ser más negativos y más derechistas que los anteriores.